Y estaba escrito, aparece Chinoy y comenzaron a salir los dragones, a revolotear el Teatro Normandie repleto de ansiosos perseguidores, como yo, los acérrimos, como una vez me lo dijo Florencia, la misma que una vez nos escribió sobre el padre de este flaco porteño... Ahí estaba yo mirando a través de la pequeña pantalla de mi cámara, capturando las sensaciones que emanaban de la boca y guitarra de Chinoy, esos primeros siete minutos quedaron registrados acá...
Lo que siguió después fue mágico, la armónica dándole la bienvenida a la flor, el violín aklarando las melodías, la melódica haciendo dormir a Valparaíso, el cajón marcando el paso a paso de una noche que nadie quería que acabara, la silviática voz de Manuel que nos ponía la piel de gallina, la dulce voz de Nano que nos decía que no veniamos a sentir pena, la voz potente de Kaskivano que nos confirmaba que tenemos Chinoy para rato.
Gracias hermano por regalarnos una noche mágica, suerte en tu periplo por Europa.

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