miércoles, 23 de junio de 2010

La prisionera

"Soñaba con una hoguera. Un fuego amable que no quemaba. Se podría entrar en él y salir indemne. Más que eso, sanado. Sus ro- pas ardían pero su piel parecía intacta, delicio- samente fresca y nueva..."Papito". Alguien lo llamaba desde muy lejos, desde una región tan antigua de su alma que ya la había dado por in- existente, como esa piel del sueño. No había de qué preocuparse, le diría a la niña con la que soñaba. Que lo dejara dormir; éste era el buen fuego, el que curaba."

La prisionera
Carlos Franz
172 Páginas
1era Edición Agosto 2008
Alfaguara

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