La prisionera
"Soñaba con una hoguera. Un fuego amable que no quemaba. Se podría entrar en él y salir indemne. Más que eso, sanado. Sus ro- pas ardían pero su piel parecía intacta, delicio- samente fresca y nueva..."Papito". Alguien lo llamaba desde muy lejos, desde una región tan antigua de su alma que ya la había dado por in- existente, como esa piel del sueño. No había de qué preocuparse, le diría a la niña con la que soñaba. Que lo dejara dormir; éste era el buen fuego, el que curaba."
La prisionera
Carlos Franz
172 Páginas
1era Edición Agosto 2008
Alfaguara
No hay comentarios:
Publicar un comentario