domingo, 29 de agosto de 2010

Violeta se fue a los cielos

Un emocionante libro sobre la vida de Violeta Parra. En la voz de su hijo, Ángel, nos adentramos en la vida de una de las mujeres más influyentes de Chile. Recolectora incansable de la música folklórica chilena.

Violeta se fue a los cielos
Ángel Parra
188 Páginas
1era Edición, 2006
Catalonia






Domingo cinco de febrero de mil novecientos sesenta y siete.

14 horas. La detonación debe haberse escuchado desde lejos. O
tal vez no. La pistola era de bajo calibre. Drástico fin de todos
sus tormentos. Drástico. Como le gustaban las cosas a ella.

A través de ese pequeño orificio se le fue la vida. Y con ella,

los pájaros azules y rojos, dijo Atahualpa, mi viejo maestro; ya
no le cabían en el alma. Por ese pequeño orificio entró a la his-
toria. Como siempre, en el consabido cuento de que los artistas
deben morir para ser plenamente reconocidos.

Los vecinos preparaban el asado del domingo y seguro te-

nían dos o tres aperitivos en el cuerpo.

Tal vez el estampido, o como decía su hermano mayor, el

pistoletazo, debe haber sonado como una puerta que se cierra
con violencia. Prefiero la palabra estampido. Aquel sonido que
concidió con el entrechocar de las copas, no se oyó, felizmen-
te para ellos; estaban de fiesta, un cumpleaños, la graduación
del hijo, el intercambio de anillos de la hija mayor.

No me gusta la palabra pistoletazo, la palabra estampido

me hace pensar en llanuras repletas de caballos desbocados.

Lbertad total en el espacio, sin restricciones. Así me ima-

gino el suicidio, el acto mismo. Echar a galopar todos los caba-
llos frenados, retenidos, maneados. Potreros plenos de alfalfa
verde, cascos enterrándose en el barro blando por la humedad
del rocío, en galope desenfrenado. Caballos alados que, aho-
ra, flotando se llevan la preciosa carga para perderse entre las
nubes. Mientras aquí, en la tierra y su vulgaridad, un hilo de
sangre corre desde la sien de mi madre hasta tocar el piso, el
piso de tierra. De esta tierra que tanto amó y defendió con su
canto y guitarra. Obstinada y resuelta, hoy fundiéndose en
ella, por los siglos de los siglos. Realizando el milagro tan es-
perado. Tierra y sangre. Madre. Tierra. Hermanas de sangre
juntas, por fin. Hágase su voluntad.

Así lo decidió mi madre.

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