
I. Una sola sombra larga
El primero de los hipopótamos, un macho del co-
lor de las perlas negras y tonelada y media de peso, cayó
muerto a mediados del 2009. Había escapado dos años
atrás del antiguo zoológico de Pablo Escobar en el valle
del Magdalena, y en ese tiempo de libertad había destrui-
do cultivos, invadido abrevaderos, atemorizado a los pes-
cadores y llegado a atacar a los sementales de una hacienda
ganadera. Los francotiradores que lo alcanzaron le dispa-
raron un tiro en la cabeza y otro al corazón (con balas de
calibre .375, pues la piel de un hipopótamo es gruesa);
posaron con el cuerpo muerto, la gran mole oscura y ru-
gosa, un meteorito recién caído; y allí, frente a las prime-
ras cámaras y los curiosos, debajo de una ceiba que los
protegía del sol violento, explicaron que el peso del animal
no iba a permitirles transportarlo entero, y de inmediato
comenzaron a descuartizarlo. Yo estaba en mi apartamen-
to de Bogotá, unos doscientos cincuenta kilómetros al sur,
cuando vi la imagen por primera vez, impresa a media
página en una revista importante.
El ruido de las cosas al caer
Juan Gabriel Vásquez
274 Páginas
Primera Edición, 2011
Alfaguara
No hay comentarios:
Publicar un comentario