lunes, 5 de diciembre de 2011

Los reyes malditos III : Los venenos de la corona


PRÓLOGO

Felipe el Hermoso había dejado Francia a la cabeza
del mundo occidental. Mediante negociaciones, bodas y
tratados, sin guerras ni conquistas, había expandido con-
siderablemente el territorio al mismo tiempo que se dedi-
caba con empeño a centralizar y reforzar el Estado. Sin
embargo, las instrucciones administrativas, financieras,
militares y políticas de las que quiso dotal al reino, revo-
lucionarias para la época, no estaban suficientemente
arraigadas en las costumbres ni en la historia para perpe-
tuarse sin la intervención personal de un monarca fuerte.
Seis meses después de la muerte del Rey de Hierro, la
mayor parte de sus reformas estaban condenadas a la de-
saparición, y sus esfuerzos al olvido.
Su hijo menor y sucesor, Luis X el Obstinado, intri-
gante, mediocre, incompetente y, desde el primer día de
su reinado, superado por su tarea, había descargado sin
dudarlo las responsabilidades del poder sobre su tío Car-
los de Valois, buen militar pero detestable gobernante,
cuyas turbulentas ambiciones, dirigidas largo tiempo a la
vana búsqueda de un trono, encontraron por fin en qué
emplearse.

Los Reyes Malditos III
Los venenos de la corona
Maurice Druon
300 Páginas
Primera Edición, Marzo 2003
Byblos

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