lunes, 30 de diciembre de 2024

El mundo según Sheldon 
Tony de la Torre 
Primera edición junio de 2015
223 páginas
Editorial El Ateneo 

Parte I
Knock, Knock, Knock 
Sheldon y él mismo 

1. Penny, Penny, Penny

Sheldon siempre, siempre, siempre golpea tres veces la puerta 
del departamento de Penny, por supuesto, y la llama por su nombre 
otras tres. A Penny, a Leonard o a quien sea. Sheldon hace lo mismo 
con todas las puertas y todas las personas. ¿Por qué lo hace? Algunos 
dirían que es algo raro, y posteriormente pasarían a calificar a Sheldon 
como un tipo raro. ¡Una afirmación absurda! Sheldon no es un tipo 
raro. Porque si fuera así, tú no estarías leyendo este libro.

Sheldon es el protagonista de una de las series de más éxito de 
la televisión, con millones de espectadores en todo el planeta. Millo-
nes de espectadores que ríen con él y conectan con sus referencias 
al mundo del cómic, las series y películas de ciencia ficción y los vi-
deojuegos. De este modo es imposible considerar a Sheldon como 
un tipo raro, pues cuando tanta gente se identifica con un personaje 
este deja automáticamente de ser raro: no puede ser raro algo que 
interesa a una mayoría, ¿verdad? Es sentido común.

El propio Sheldon se lo explica Penny cuando ella dice que 
Howard es raro: 

Penny: Eres un poco peculiar, como Howard. 
Sheldon: Discúlpame, Penny, pero en esta habitación, tú 
eres la peculiar. 

Penny se queda sorprendida, pero no hay duda de qué él tiene ra-
zón: en una habitación en la que se encuentra Sheldon Howard, Raj 
y Leonard, la que es diferente, la alienígena del grupo, es ella. Pue-
de que Penny no sepa diferenciar entre Star Wars y Star Trek, pero los 
protagonistas de The Big Bang Theory si pueden, y los seguidores de 
la serie también.

Charles Bukowski 
Se busca una mujer 
Primera edición 1979 
268 páginas
Editorial Anagrama 

SE BUSCA UNA MUJER

Edna bajaba por la calle con su bolsa de la compra 
cuando pasó a la altura del automóvil. Había algo escrito 
en la ventanilla lateral: 

     SE BUSCA UNA MUJER

Se detuvo. Era un cartón colocado en la ventanilla con 
un papel pegado. En su mayor parte estaba escrito a má-
quina. Edna no podía leerlo desde el lugar de la acera en 
que se encontraba. Sólo veía las letras grandes: 

     SE BUSCA UNA MUJER

Era un coche nuevo y caro. Edna cruzó el césped y se 
acercó a leer la parte mecanografiada: 

Hombre de 49 años. Divorciado. Busca una mujer 
con fines matrimoniales. Que tenga entre 35 y 44 años. 
Me gustan la televisión y los films. La buena comida.
Soy contable y tengo trabajo seguro. Tengo dinero en el 
banco. Me gustan las mujeres algo rellenas. 

Edna tenía 37 años y estaba algo rellena. Había un 
número de teléfono. También había tres fotos del caba-
llero que buscaba una mujer. Parecía rico y elegante, con 
su traje y su corbata. También parecía algo estúpido y un 
poco cruel. Y hecho de madera, pensó Edna, hecho de 
madera… 

Siguió su camino sonriendo levemente. También sen-
tía una especie de repulsión. Pero cuando llegó a su apar-
tamento ya se había olvidado de todo. Fue varias horas 
más tarde, sentada en la bañera, cuando comenzó a pensar 
en él de nuevo, y esta vez pensó en lo solo, en lo terrible-
mente solo que debía de encontrarse para haber llegado a 
hacer una cosa así: 

     SE BUSCA UNA MUJER


La batalla de las pioneras 
Crónica de la primera Selección Chilena femenina y del difícil camino de las mujeres en el fútbol primera división 
Rodrigo Retamal 
Primera edición septiembre 2018
172 páginas 
Trayecto Comunicaciones

Parte 1: la historia reciente del fútbol femenino chileno

Una clasificación en plena "ola feminista"
Las reivindicaciones del género y impactaron con tal fuerza que su 
onda expansiva derivó en un fenómeno bautizado como "ola femi-
nista", el que se transformó en el movimiento reivindicatorio feme-
nino más importante de la historia de Chile a partir de la extensión
y amplitud de su visibilidad. Se trató de una manifestación social 
que se tradujo en apasionadas discusiones y manifestaciones que a 
ningún actor político dejaron indiferente.

La primera gran manifestación femenina en nuestro país tuvo 
como motivo la exigencia del derecho a votar, lo que finalmente 
consiguieron a través de la Ley de Sufragio Femenino Universal de 
1949 durante el gobierno del radical Gabriel González Videla. Así, a 
partir de ese instante, las mujeres pudieron votar también en las elec-
ciones presidenciales y parlamentarias. Antes, en 1934 y con Arturo 
Alessandri Palma como jefe de Estado, se había aprobado el sufragio 
femenino sólo para votar en elecciones municipales.

Más tarde, durante la década de 1980, la aspiración de demo-
cracia que vivía Chile también llegó al hogar. Y esto último cobró 
trascendencia porque acabó siendo la entrada del concepto de igual-
dad en el espacio privado en temas tales como la sexualidad, la dis-
tribución de los roles y el acceso a la vida laboral. Dicha reclamación 
femenina provino de una oleada internacional posterior a la Segunda 
Guerra Mundial, momento en que las mujeres regresaron al hogar 
después de haber ocupado los puestos de trabajo mientras los hom-
bres se encontraban en el campo de batalla, y que se manifestó 
en la década de 1960 en Estados Unidos con un marcado acento en la 
liberación sexual.Plantilla de Entrada

Un verdor terrible 
Benjamín Labatut 
Primera edición abril 2020 
216 páginas.
Anagrama 

Azul de Prusia 
La singularidad de Schwarzschild 
El corazón del corazón 
Cuando dejamos de entender el mundo. 
Epílogo. El jardinero nocturno

Durante un examen médico realizado en los meses 
previos a los juicios de Núremberg, los doctores nota-
ron que las uñas de las manos y los pies de Hermann 
Göring estaban teñidas de un rojo furioso. Pensaron 
-equivocadamente- que el color se debía a su adicción 
a la dihidrocodeína, un analgésico del que tomaba más 
de cién pastillas al día. Según William Burroughs, su 
efecto era similar al de la heroína y al menos dos veces 
más fuerte que el de la codeína, pero con un filo eléc-
trico parecido al de la coca, razón por la cual los médicos 
norteamericanos se vieron obligados a curar a Göring 
de su dependencia antes de que compareciera frente al 
tribunal. No fue fácil. Cuando las fuerzas aliadas lo 
capturaron, el líder nazi arrastraba una maleta que no 
sólo contenía el esmalte con que Göring se pintaba las 
uñas cuando se disfrazaba como Nerón, si no más de 
veinte mil dosis de su droga favorita, casi todo lo que 
quedaba de la producción alemana de ese fármaco a 
finales de la Segunda Guerra Mundial. Su adicción no 
era excepcional: prácticamente todas las tropas de la 
Wehrmacht recibían metanfetaminas en tabletas como 
parte de sus raciones.

sábado, 21 de diciembre de 2024


Historia Secreta de Chile 3
Jorge Baradit
Primera edición agosto de 2017
194 páginas
Penguin Random House Grupo Editorial 

La tragedia más grande de nuestra historia 

Era 9 de diciembre de 1863. Santiago amaneció envuelto en 
una niebla extraña. La ceniza se mezclaba con el olor a carne 
quemada y de aceites indefinibles. Algunos madrugadores en-
volvían sus narices en pañuelos para filtrar el olor que a ratos 
se tornaba nauseabundo. Ellos sabían que, de algún modo, 
estaban respirando cadáveres, restos humanos calcinados y 
convertidos en pequeñas partículas que flotaban por la capi-
tal, envolviéndolos en la nube negra de la tragedia. Sobre las 
calles de la ciudad planeaban, a la deriva, restos microscópi-
cos de hijas, de esposas y abuelas que murieron quemadas, 
reducidas a polvo de carbón que se acumulaba en callejones, 
aceras, y caía sobre los techos de las casas. Era un espíritu fan-
tasmagórico del tamaño de una ciudad que entraba por venta-
nas, puertas y narices para cubrirlo todo. El silencio inundaba 
espeso el corazón, pero también los edificios, las plazas, los 
paladares. Sólo el ruido de las carretas que golpeaba los ado-
quines de la calle de La Bandera tenían permiso para romper 
el dolor que hacía callar hasta los pájaros. Iban cargada de 
masas amorfas, de cuerpos pegados unos a otros de tal forma 
que creaban esculturas terroríficas, monstruos con muchos 
brazos, pólipos y cabezas espolvoreadas con cal. A medida que 
avanzaban por las calles de Santiago, las carretas iban dejando 
una traza de blanco y de negro en su camino hacia el Cemen-
terio General. Ciento cuarenta y seis carretas, en hilera y cu-
lebreando entre las calles, las recorrían dibujando en carbón 
y tiza una palabra en la ciudad más triste del mundo por esos 
días, Santiago de Chile.

Los amigos 
Kazumi Yumoto 
Primera edición marzo de 2015
214 páginas 
Nocturna Ediciones 

1

Desde que comenzó junio no ha hecho más que llover. Aquel día 
también llovía a cántaros, así que la apertura de la piscina se había 
retrasado hasta el día siguiente. Yo observaba ensimismado las "hojas 
fantasmales" a través de la ventana. Las llamábamos así porque tie-
nen forma de mano y son tan grandes como una calabaza. Habían 
crecido tanto que alcanzaban en el segundo piso. Y cada vez que llovía, 
crecían más. Cuando llegaban en invierno, se caían y parecían haber 
muerto, pero renacían con la primavera y en verano volvían a llenar 
todo con su presencia fantasmal.

Estaba en el segundo año cuando comencé a llamarlas "hojas fantas-
males". Era más bajito, aunque todavía no me llamaban "espárrago", y 
conservaba los dientes de leche y no las dos paletas gigantes que tengo 
ahora. En definitiva, era un niño muy mono. Mi mayor preocupación 
era la comida de la escuela: si nos ponían algo asqueroso que no había 
quien se lo comiera o algo que me gustaba. Los chicos de sexto que 
jugaban al béisbol me parecían enormes y fuertes. Me daban miedo.

Los amigos eran Kawabe, Kiyama y Yamashita.



El modelo de Pickman
Novela Gráfica
Adaptación libre de un relato de H.P.Lovecraft
Villarroel - Aiquel - Luco
Primera edición diciembre 2008
64 Páginas
Midia 

1899 Cuando los tiempos chocan
Francisco Ortega - Nelson Dániel
Primera Edición Junio 2011
158 páginas 
Grupo Editorial Norma

¿Quién quemó el metro?
Las revelaciones de una investigación periodística y forense 
Colección 18 de octubre
Josefa Barraza Díaz 
Carlos Gutiérrez Ayala
Primera edición junio de 2023 
182 páginas
LOM editores

Evadir, no pagar, otra forma de luchar 

Esta historia inicia el viernes 4 de octubre de 2019, cuando 
el panel de Expertos del Transporte Público anunció una 
nueva alza del precio del Metro de Santiago, el Tren Central 
y los buses Red (ex Transantiago), el que iba a regir a partir 
del domingo 6 de octubre. Esta alza se traduciría en en que el 
pasaje de Metro y Tren Central en hora punta sería de $830, 
mientras que para estudiantes y adultos mayores el boleto 
se mantendría en $230.

"El reajusta asociado al cambio del indexador conside-
ra entre sus principales factores la variación del precio del 
petróleo Diésel, el Índice de Precio al Consumidor, el in-
cremento del costo de mano de obra, la tasa de cambio, entre 
otros, fue una de las explicaciones del Panel de Expertos a 
través de un comunicado de aquel entonces. 

Mientras que desde el Ministerio de Transportes y Te-
lecomunicaciones afirmaron ese mismo día en su cuenta de 
Twitter que esta alza es compleja para muchas personas, y 
que su compromiso es continuar trabajando día a día por 
mejorar la calidad del servicio y ampliar las alternativas de 
elección a los pasajeros del sistema". 

No obstante, lo anterior provocó una serie de manifes-
taciones y evasiones masivas que el Panel de Expertos y el 
gobierno de Sebastian Piñera no previeron. 

Es así como empieza el estallido social es así como em-
pieza este libro.


COCHRANE VS. CTHULHU
Gilberto Villarroel
Primera edición mayo de 2017  
Penguin Random House grupo editorial

Loic Eonet, capitán de dragones de la Guarda Imperial de 
Napoleón I, terminaba su austera cena, compuesta por dos 
rebanadas de pain de champagne duro, sopa de verduras, restos 
de saicisson, un trozo de queso y una jarra de vin rouge de
Bourdeaux, cuando un soldado llamó la puerta de la cel-
da de piedra donde había instalado su cuartel y le comunicó 
que los centinelas anunciaba la llegada de un bote. Eonet 
tomó de inmediato su sable reglamentario, se echó encima 
su capote, se cubrió la cabeza con el bicornio y salió al patio, 
haciendo sonar sobre los adoquines los tacones de sus botas 
de caballería.

No terminaba de acostumbrarse molesto eco que ca-
da sonido provocaba en aquel patio de forma ovalada, rodea-
do por tres niveles de galerías de piedra con arcos de medio 
punto, que por dentro daban a la construcción el aspecto de 
un coliseo romano en vez de lo que era realmente: la fortaleza 
secreta más preciada del Emperador de los franceses.

Por fuera, en cambio, Fort Boyard - o "el navío de pie-
dra", como lo llamaban los soldados- valía cada barra de oro 
invertido en su construcción.Era un castillo artillado de pa-
redes lisas, con una planta baja y dos pisos. Sus tres hileras de 
ventanas enrejadas escondían, en algunos casos, las portas de las 
casamatas de los cañones y, en otros, las habitaciones de la tropa.

Héroes
Historia Secreta de Chile
Jorge Baradit
Primera edición Septiembre 2019
183 páginas

ÁGUEDA MONASTERIO
Espía y agitadora de nuestra independencia

En el colegio nos enseñan la Independencia de Chile como 
si se tratara de un proceso lineal que comienza de repente en 
1810 con la primera junta de gobierno y que termina con la 
batalla de Maipú, en 1818. Nos explican el proceso como si 
fuera un partido de fútbol.

El pitazo inicial del primer tiempo, la Patria Vieja, lo da 
Mateo de Toro y Zambrano. En la cancha se enfrentan los Ca-
rrera, O’Higgins y sus hombres contra los malditos españoles 
(que en realidad también eran chilenos, sólo que partidarios 
de seguir siendo súbditos del imperio español). La estrate-
gia de los primeros minutos de partido parece responder a la 
perfección al plan, pero pronto los realistas contratacan con 
fuerza. A Carrera le pesa la camiseta de estratega, por lo que le 
quitan la jineta de capitán y se le entregará O’Higgins, quien 
tampoco de la talla al momento de reordenar sus líneas. Los 
realistas continúan presionando y avanzan desde Talcahuano 
hasta tomarse el medio campo. Los patriotas retroceden, pe-
leándose entre ellos. Nuestro equipo ya es una bolsa de gatos 
ególatras y siguen perdiendo metros hasta que ¡paf!, a la altura 
de Rancagua, el área chica, sufren un ataque coordinado que 
simplemente los hace pedazos. Uno a cero.



El manto 
Marcela Serrano 
Primera edición noviembre de 2019 
184 páginas 
Penguin Random House Grupo Editorial

Alguna vela llevo yo en este entierro. Después de todo, 
mi hija heredó su nombre. 

Se llamaba Margarita María Macarena. Muchas M a
cuestas. Nació el 15 de junio de 1950, en la mitad del 
año que dividió en dos el siglo pasado. La tercera de 
cinco hermanas, otra vez al medio. Todo partido por la 
mitad. Era Géminis.

viernes, 20 de diciembre de 2024


Una mujer en Villa Grimaldi 
Nubia Becker Eguiluz 
Primera edición noviembre de 2011 
115 páginas
pehuén

1. LA CAÍDA 
ESA NOCHE EL TERROR endureció mi piel y mis rodillas sonaron como cas-
cabeles: tanto era lo que temblaban sin que yo pudiera sosegarlas. Había 
perdido toda sensación de espacio y de equilibrio, pero aun así me esfor-
zaba por encontrar algún indicio de claridad, y de establecer aunque fuera 
una mínima relación con este mundo. Pero el scotch y la venda con que 
sellaron mis ojos no dejaban filtrar la luz. Por eso mismo se me agudizó el 
oído y se me grabaron todos los sonidos de esa travesía

Escuchaba el jadeo de los hombres excitados por la violencia y los in-
sultos con que ordenaba nuestros movimientos. Sentía a mi lado el tem-
blor de otras rodillas, las de Marcela, y a mis pies la respiración de Carlos 
que, maniatado, permanecía de bruces en el fondo del vehículo.

No escuchaba a Samuel, ¿Iba con nosotros; al lado de Carlos, tal vez? 
No, no iba con nosotros. Después supe que unos cuantos hombres 
del grupo operativo llamado Halcón que nos atrapó, al mando del capitán 
de Ejército Miguel Krassnoff- más un oficial de Carabineros, de apellido 
Laurence y el oficial de Ejército llamado teniente Paulito, reforzado por el 
civil Osvaldo Romo o guatón Romo, el suboficial de carabineros Basclay 
Zapatal, apodado el Troglo y la suboficial Rosa Humilde, a la que llamaban 
la Comandanta-, se lo llevaron en un Fiat, que hizo relevo en la Escuela 
de Sub-Oficiales de Carabineros, a la Villa Grimaldi.

El cazador de historias 
Eduardo Galeano
Primera edición 2016 
272 páginas 
Siglo XXI editores 

Huellas 
El viento borra las huellas de las gaviotas. 
Las lluvias borran las huellas de los pasos humanos. 
El sol borra las huellas del tiempo. 
Los cuentacuentos buscan las huellas de la memoria 
perdida, el amor y el dolor, que no se ven, pero no se 
borran.


Lilus Kikus
Elena Poniatowska
Ilustradora Fernanda Piderit
Primera Edición Mayo 2020
Recrea Libros

"Lilus Kikus... Lilus Kikus... ¡Lilus Kikus, te estoy hablando!". 
Pero Lilus Kikus, sentada en la banca de la calle, está 
demasiado absorta operando a una mosca como para oír 
los gritos de su mamá. Lilus nunca juega en su dormitorio, 
ese cuarto que el orden ha echado a perder. Mejor juega en 
la esquina de la calle, debajo de un árbol chiquito, plantado 
en la orilla de la vereda. De allí ve pasar a los autos y a las 
gentes que caminan muy apuradas, con cara de que van a 
salvar el mundo...

Lilus crees en las brujas y se cose en los calzones un ramito 
de hierbas finas, romerito y pastitos; un pelo de Napoleón, 
de los que venden en la escuela por diez pesos. Y su diente, 
el primero que se le cayó. Todo esto lo mete en una bolsita 
que le queda sobre el ombligo. Las niñas se preguntarán 
después en la escuela cuál es la causa de esa pretuberancia.

En una cajita, Lilus guarda también la cinta negra de un 
muerto, dos pedacitos grises y duros de uñas de pie de su 
papá, un trébol de tres hojas y el polvo recogido a los pies 
de un Cristo en la iglesia de Nuestra Señora de la Piedad. 
Desde que fue al campo de un tío suyo, Lilus encontró 
sus propios juguetes. Allá tenía un nido y se pasaba horas
enteras mirándolo fijamente, observando los huevitos y las 
briznas de que estaba hecho. Seguía paso a paso, y con 
gran interés, todas las ocupaciones del pajarito...

domingo, 3 de noviembre de 2024

 Llámame Paula.
Concepción Rodríguez Gasch
Primera edición 2016.
130 páginas
Ediciones Bellaterra

1

El verano en el que mi madre murió dejé de llamarme
Pablo. Yo sólo tenía ocho años y, quizá, debido al dolor
de esa enorme pérdida, decidí que quería dejar de men-
tirle al mundo.

Recuerdo que el día del entierro, mi tía Irene no ha-
bía querido que fuera un acontecimiento tan triste, por
lo que me había dejado con una vecina, y con mi prima
Elena, una niña de casi tres años, alegre y de brillantes
ojos azules, que jugaba con su muñeca Monster High. Mi
prima, a pesar de no saber muy bien a qué se debía mi
tristeza, la percibía con total calidad y, en un gesto de
compasión, me entregó su muñeca con una sonrisa tan
radiante, que no pude por menos que sonreírle a mi vez.
Así que la cogí y la apreté contra mi corazón, un corazón
tan abatido en aquel momento, que no entendía muy
bien porque seguía leyendo latiendo tan tranquilo ahí dentro,
ajeno por completo a mi tristeza.

Ya por la tarde, mi padre llegó con la abuela Dolores.
Yo creía entonces que íbamos a vivir en el piso en el que
siempre habíamos vivido mi madre y yo. Aún no sabía
que eso no iba a ser así...

 

Eres mi ídolo
Roberto Kruger González
1era Edición, Septiembre 2019
134 páginas
La na ná Editores

Supremacy Idols había programado dos conciertos en
Santiago de Chile. En menos de una hora se habían vendido
todas las entradas para el primer espectáculo en el Estadio
Nacional. Los tickets para la segunda jornada fueron puestos a
la venta a través de internet porque los seguidores no
permitieron que las boleterías del recinto deportivo pudieran
funcional con normalidad. De eso habían pasado algunos
meses, y casi todos olvidaron el caos que ocasionó aquella
actividad.
Tiempo después, miles de jóvenes habían acampado bajo dos
noches frías y oscuras para conseguir un lugar privilegiado
apenas abrieran las puertas del estadio. Entre canción y
canción, entre baile y baile, la fila había avanzado a través de la
madrugada: había que ser valiente para estar ahí, para soportar
el sueño, el cansancio, el calor de octubre y el frío de atardecer.
Y también las reprimendas de los padres que llamaban
desesperados para saber si sus hijos estaban bien o las miradas
inquisitivas de lo que se atrevían a pasar al lugar después de
sus trabajos para verificar si todo se encontraba como debía ser...

 

El Soundtrack
Valeria Lara A.
Primera edición, abril 2022
166 páginas
Trayecto Editorial

Ocean Eyes -  Billie Eilish

Las luces estalla frente a mí, como si fueran bom-
bas que me llegan y bloquean por un minuto. El silen-
cio es un ensordecedor y tardo un poco de tiempo en dar-
me cuenta de que sólo existe en mis oídos. Nada está
en silencio. No hay bombas. No hay una batalla, solo
soy yo a punto de exponer mi vida ante una multitud.
-¡Halley! Aquí, por favor, para la revista Boom.
-¡Oh! Sí, claro-.  Me toma unos segundos locali-
zar en la tercera fila al periodista delgadito con ante-
ojos grandes y una mirada voraz de quien desea la primi-
cia. -Hola, ¿cómo estás?
-Genial, ahora que al fin este momento llegó-
sonríe emocionado y mira su alrededor en busca de
apoyo, porque al parecer a todos les emociona ser par-
te de esta conferencia de prensa-. Mi pregunta es:
¿cómo te sientes?
-Bien-. Sonrío relajada y la multitud ríe ner-
viosa, no es la clase de respuesta que esperan oír hoy.
Hago sonar mi garganta solo un poco para probar la
seguridad de mi voz y me inclino hacia el micrófono.
Trato de recordar mis ejercicios de respiración y man-
tenerme firme, aunque toda mi vida vaya a cambiar
en este instante. -Estoy esforzándome mucho para
estar tranquila, es la primera vez que hago esto... Que
me abra el mundo, y sigo sin saber si es lo correcto,
pero de alguna manera estoy lista.

Jorge González una historia original
Manuel Mira
Primera edición, Octubre de 2016
173 páginas
Ediciones de Chile

Por los parlantes de una radio AM pasaban las noticias y can-
ciones de Raphael, Julio Iglesias, Los Ángeles Negros y Camilo
Sesto. El padre de la familia era fanático de la música y cantaba
cada vez que podía. Tenía un conjunto folclórico, a veces ac-
tuaba en shows musicales de radio y eran frecuentes los asados
en su casa de la Novena Avenida de San Miguel, donde toca-
ban cueca y bailaban con amigos y compañeros del grupo. En
su faceta artística, Jorge González Ramírez pasaba a ser Coke
Rey. De vez en cuando conseguía un tocadisco para hacer gi-
rar sus vinilos de música folclórica, mientras los dos hijos de la
familia que había construído con Aída Ríos se entretenían ar-
mando pequeños escenarios a los que subía muñecos. Él era
el padre permisivo, bonachona chistoso, mientras que ella era
la que ponía las reglas, exigente y estricta. Un panorama regu-
lar eran las salidas de Jorge con su hijo al estadio a ver partidos
de Audax Italiano, el equipo del padre y donde su hermano
jugó en las divisiones inferiores. También iban a haber jugar a
Unión Española, el equipo al que Jorge hijo o "Choche" para
sus padres, comenzó a seguir desde muy niño.

La televisión llegó a la casa de los González Ríos a me-
diados de los 70. "Choche" bordeaba los 10 años cuando tuvo
la posibilidad de ver en blanco y negro el festival de Viña, un
panorama transversal de una época de muchas restricciones
nocturnas. Pero el nuevo aparato no consiguió desbancar a la
radio como el principal atractivo familiar. Un día, el pequeño
Jorge descubrió que al escuchar música en la radio calmaba los
achaques de asma que sufría en secreto, sin contarle a sus pa-
dres. También se dio cuenta de qué la casetera podía grabar
programas apretando unas teclas y que luego los podía repro-
ducir cuando quisiera. Fue una revolución personal.

jueves, 10 de octubre de 2024


Estrella 
Roberto Fuentes 
1era edición marzo de 2016 
Penguin Random House Grupo Editorial 
Nube de tinta

Cuando vi que ella entraba a la sala, no me di cuenta 
de que estaba haciendo acompañada por el profesor 
Cofré; solo noté a una niña delgada con pelo negro, 
pero con el pelo negro más brillante que había visto 
hasta entonces. Creo que únicamente en el espacio 
interestelar algo tan oscuro puede brillar tanto.
- Es su compañera nueva- dijo el profesor, y 
recién en este momento advertí que también estaba 
ahí ese hombre gigante, flaco y de barba chistosa 
que me enseñaba casi todas las materias.

Küyen
Roberto Fuentes 
1era Edición abril de 2017
249 páginas 
Penguin Random House Grupo Editorial 
Nube de tinta.

Kiñe

Cuando estoy aburrida me voy a una Iglesia ca-
tólica que está por acá cerca. Me siento en una 
banca al fondo y, si tengo suerte, logro sentir-
me tranquila. A veces cierro los ojos y trato de 
escuchar el viento entre las ramas de los árbo-
les que hay en el antejardín. Tengo muy buen 
oído. Otras, sólo me quedo mirando las vigas 
en el techo. Me encanta el color de la madera, 
su textura, los nudos que se forman; es como si 
pudiera ver ahí el inicio de nuestro mundo, lo 
que fuimos antes, eso que nunca quiero dejar 
de ser...

Por qué soy Católico
Rafael Gumucio 
1era edición marzo de 2019 
122 páginas
Penguin Random House Grupo Editorial

Hoy, domingo 21 de enero de 2018, el papa 
Francisco acabo de dejar nuestro país. Antes de 
su llegada resultaba difícil declararse católico 
en Chile; a seis días de su visita, resulta simple-
mente bochornoso. Frío a pesar de su intentos 
de sonreír todo el tiempo, lejano a pesar del 
uso del lunfardo y la jerga juvenil, el poco ca-
pital simbólico que consiguió usando zapatos 
viejos y alojando en hostales de mala muerte 
lo malgastó defendiendo al obispo Juan Barros, 
encubridor de los abusos sexuales del cura Fer-
nando Karadima -un mitómano ultraconser-
vador obsesionado con la pureza de la virgen 
y la eyaculación de sus discípulos-. Karadima 
formó al menos a cuatro de los obispos que 
celebraron con el Papa una misa en el des-
campado más vacío que haya presenciado ja-
más un santo padre en América Latina.
El Lugar
Annie Ernaux
Edición abril de 2002
108 Páginas
Tusquets Editores 

Hice los exámenes prácticos de aptitud pedagó-
gica en un instituto de Lyon, por la zona de la
Croix-Rousse. Un instituto nuevo, con plantas en 
la parte reservada a la administración y el cuerpo 
docente, y una biblioteca con el suelo enmoque-
tado de color arena. Allí esperé a que vinieran a 
buscarme para dar mi clase, objeto de examen, 
ante el inspector y dos asesores, profesores de letras 
muy reputados. Una mujer corregía exámenes re-
sueltamente, sin dudar. Me bastaba con salir airo-
sa la siguiente hora para poder hacer lo mismo que 
ella durante toda mi vida. Ante una clase de ba-
chillerato de ciencias expliqué veinticinco líneas
-había que numerarlas- de Papá Goriot, de Bal-
zac. "Me temo que no había sabido despertar el inte-
rés de sus alumnos", me reprochó el inspector más 
tarde, en el despacho del director. Estaba sentado 
entre los dos asesores, y un hombre y una mujer 
miope con zapatos de color rosa. Yo, enfrente. 
Durante un cuarto de hora alternó críticas, elogios, 
consejos y yo apenas escuchaba, preguntándome 
si todo eso significaba que estaba aprobada. De 
pronto, los tres se pusieron de pie a la vez, como 
en un mismo impulso, con el semblante grave. Yo 
me levanté también, de forma precipitada. El ins-
pector me tendió la mano. Después, mirándome 
fijamente a la cara dijo: “Señora, la felicito”. Los 
otros refirieron "la felicito" y me estrecharon la 
mano, la mujer con una sonrisa.

No deje de pensar en aquella ceremonia hasta 
la parada del autobús, con rabia y con una especie 
de vergüenza. Esa misma noche escribí a mis pa-
dres que ya era profesora "titular". Mi madre me 
respondió que se alegraban mucho por mí. 
De vuelta a la caverna y otros cuentos
Jaime Casas
1era Edición 2015
204 Páginas 
LOM Editores

De vuelta a la caverna
Delirium tremens
La primavera de Laurita y Fermín
Llegada triunfal
Gotas de lluvia sobre el tejado
Un lector errante
Rima consonante
El sueño del muerto Padilla
La señora no se concentra
La noche de Acevedo
La Ceuta
El auto de Aladino
Joker
A mi hermano Raúl cuando era niño

lunes, 26 de agosto de 2024

La muerte tiene olor a pachulí
Hernán Rivera Letelier
Primera edición junio de de 2016
155 páginas
Alfaguara


Primera parte 
1
El túnel fue descubierto a poco de haber co-
menzado los trabajos de demolición de la cárcel y a 
tres meses del traslado de los presos al nuevo recinto 
penal, construido veinte kilómetros al oriente de la 
ciudad, al otro lado del frontón de cerros áridos que 
separa la urbe del desierto. 
El acarreo de los internos había sido expedito y sin 
problemas, salvo por la protesta de los familiares que 
reclamaban, con justa razón, que ahora les iba a ser 
más difícil y oneroso ir a visitarlos. Una vez evacuada, 
la cárcel vieja fue invadida por hordas de obreros que, 
con sus cascos y overoles, sus herramientas y su pesada 
maquinaria, comenzaron a derribarla aceleradamente 
(ya se sospechaba que, pese a los reclamos de las enti-
dades culturales de la ciudad, en sus terrenos se alzaría
un moderno mall -otro más-, todo acrílico, acero 
inoxidable y escaleras mecánicas). Cuando los traba-
jos de demolición ya iban avanzados y se taladraba el 
piso ajedrezado de la parroquia, justo detrás de donde 
había estado el altar mayor, apareció la boca del túnel. 
La extrañeza que causó hallazgo entre las autorida-
des era comprensible: en el largo historial del recinto, 
que abarcaba ciento seis años desde su inauguración, 
no figuraba ninguna fuga por vía subterránea. La Es-
trella del Norte, el más popular diario de la ciudad, 
envió a cubrir la noticia un joven periodista recién 
egresado, que en sus ratos libres escribía poemas…

La cola del diablo
Ramón Díaz Eterovic
Primera edición, noviembre 2018.
293 páginas
LOM ediciones

1

Me detuve junto a la puerta del aeropuerto y aspiré lentamente
hasta que me acostumbré al viento helado. Sentí una puntada en el 
costado izquierdo de la espalda y esperé a que el dolor se atenuara 
para alejarme unos pasos de la puerta. Es el aire, pensé. Tal vez el 
cansancio del largo viaje o el esfuerzo de cargar el bolso con mi ropa, 
la pistola y un par de libros. Volví a aspirar profundamente y mis 
pulmones renacieron con la pureza del aire. Un niño con un avión 
de juguete pasó junto a mí de la mano de un hombre. Parecía feliz 
mientras hacía volar el avión con el impulso de su imaginación. La 
visión me buscó tristeza del infancia que espante de mi lado como 
un moscardón inoportuno. 
El cielo seguía tan hermoso como lo recordaba. Más bello que el 
cielo de Paris, me había dicho en más de una oportunidad mi amigo 
el Escriba, atrincherado en su nostalgia por la Patagonia que no 
admite dos opiniones a la hora de evaluar su terruño. No sé si exagera. 
Jamás he estado en Paris y mi única referencia a su cielo viene del 
cine y de una canción de Jacques Brel de mis tiempos de estudiante 
universitario, que la sordera de una vecina, profesora jubilada de 
francés, hacía sonar a gran volumen. 
No he ido a Paris y hasta hace unos días tampoco pretendía 
regresar a la ciudad de los vientos interminables, me dije mientras 
encendió un cigarrillo y pensaba que más vale escupir hacia el 
cielo ni decir de esta agua no beberé. Observé el cielo hasta que le 
di la última calada al cigarrillo y luego presté atención a un hombre 
moreno que ofrecía Transporte al centro de la ciudad. Me informó el 
precio del servicio y le pasé mi bolso. Ya estoy acá, no hay vuelta atrás…..

Literatura Infantil 
Alejandro Zambra
1era Edición Mayo 2023
226 Páginas 
Anagrama 

LITERATURA INFANTIL 

0

Contigo en brazos, por primera vez aíslo, en la pared,
la sombra que formábamos juntos. Tienes veinte minutos de 
vida.

Tu madre cierra los párpados, pero no puede dormir. 
Descansa los ojos nada más que unos segundos.

-A veces a los recién nacidos se les olvida respirar
-nos dice un amable enfermera aguafiestas.

Me pregunto si lo dice así todos los días, con las mis-
mas palabras. Con el mismo aire prudente de advertencia 
triste.

Tu pequeño cuerpo respira, sí: incluso en la penum-
bra del hospital, tu respiración es visible. Pero yo quiero 
escucharla, escucharte y me molesta mi propio resuello. 
Y mi ruidoso corazón me impide sentir el tuyo.

A lo largo de la noche, cada dos o tres minutos con-
tengo el aliento para comprobar que respiras. Es una su-
perstición tan sensata, la más sensata de todas: dejar de 
respirar para que un hijo respire...

jueves, 8 de agosto de 2024


La caza del carnero salvaje
Haruki Murakami 
1era Edición Octubre 2016
380 Páginas 
TusQuets Editores

Capítulo primero
25 de noviembre de 1970

El pícnic de los miércoles por la tarde

Un amigo mío se enteró por casualidad mientras ojea-
ba el periódico y me llamó para comunicarme que ella había 
muerto. Me leyó despacio y en voz alta la noticia, de un 
solo párrafo, que aparecía en la edición matutina. Un artícu-
lo mediocre. Parecía el ejercicio de un periodista recién gra-
duado sin experiencia.

El día tal, del mes tal, un camión conducido por fulano 
atropella a mengana en una esquina del barrio tal. Zutano
está investigando el caso, pero parece que ha sido un ho-
micidio por imprudencia temeraria.

Aquellos sonaba como esos breves poemas que aparecen
en las primeras páginas de la revistas.

-¿Dónde se celebrará el funeral?- le pregunté.

-No tengo idea- me contestó-. Para empezar, ni 
siquiera sé si tenía familia. 
Claro que tenía familia.

Ese mismo día llamé a la policía y pregunté si me po-
día facilitar su dirección y número de teléfono; luego 
marqué el número y pregunté cuando se celebraría el fune-
ral. Como dijo alguien de una vez: con esfuerzo, todo se sabe
en esta vida. 
La vivienda se hallaba en el área de Shitamachi. Desple-
gué el mapa de Tokio y marqué con bolígrafo rojo el número…

martes, 30 de julio de 2024



El autodidacta
Hernán Rivera Letelier
138 Páginas 
1era Edición Agosto 2019
Alfaguara

En la única librería del campamento lo único que no
había eran libros. Rumbo a la función de cine de las dos
de la tarde - daban una de Marilyn Monroe-, miré
hacía la vidrieria por inercia: entre carpetas, cuadernos
y sobres de cartas, como un pez de color de un acuario
de sardinas, remumbrada la portada de un libro. Si no es 
un recetario de cocina, me dije, es un cancionero de la 
Nueva Ola, de esos que traen posturas para rasguear los 
temas en guitarra.
Yo no cocinaba ni tocaba guitarra.
Me acerqué al vidrio: Antología de la poesía chilena
contemporánea, de Alfonso Calderón. No podía creerlo. 
A mis diecinueve años, nunca había tenido un libro de
poesía en mis manos. Lo más intelectual que conocía 
hasta entonces, aparte de la Biblia, el solo libro que hubo
siempre en casa, eran algunos números viejos de las Se-
lecciones del Reader's Digest que me prestaba un amigo.
Había empezado a escribir poemas en el campa-
mento donde me criara, y estaba en la etapa del primer
amor, en donde hasta lo más banal y pedestre adquiere,
a los ojos de pájaro del poeta nuevo, un unto de liris-
mo, un vértigo de descubrimiento. Sin embargo, toda...

El hombre que miraba al cielo
Hernán Rivera Letelier
98 Páginas 
1era Edición Mayo 2018
Alfaguara

Fue un lunes de aluminio -los lunes son de alu-
minio- cuando la figura del hombre apareció
entre la gente. Se pará en una esquina del paseo 
Prat, alzó la cabeza y se puso a mirar al cielo. Eso 
fue todo. 
Era mediodía.
El paseo, como siempre a esa hora, desbordaba
de gente y, entre la gente, personajes de todas layas
y pelajes hacían su agosto: comerciantes, músi-
cos, malabaristas, pordioseros -cojos, mancos,
ciegos-, y más de algún predicador de Biblia en 
ristre anunciando el fin de los tiempos tal como se 
anuncia un espectáculo circense. Además, ahora 
último habían aparecido grupos de personas que 
se paraban en las esquinas mostrando un letrero:
se regalan abrazos. Pocos eran los que se acerca-
ban, la gente parecía temer al abrazo de un des-
conocido o desconocida, así tuvieran cara de pan 
de dios...

La chica del cumpleaños
Haruki Murakami 
1era Edición Abril 2018
308 páginas 
TusQuets Editores

El día de su vigésimo cumpleaños también
trabajó de camarera, como de costumbre.
Le tocaba todos los viernes, pero, de hecho,
aquel viernes por la noche no debería haber 
trabajado. Había cambiado su turno con 
otra chica que también trabajaba por horas.
Lógico. La mejor manera de pasar el vigé-
simo cumpleaños no es sirviendo gnocchi 
de calabaza y fritto misto di mare entre los
berridos del cocinero. Pero el resfriado de la 
compañera con quién debería haber inter-
cambiado el turno empeoró y la compañera 
tuvo que meterse en cama. Con casi cuaren-
ta grados de fiebre y una diarrea imparable,
de ninguna manera podía ir a trabajar. Ésa 
era la situación, no había vuelta de hoja. Y...

La fórmula preferida del profesor 
Yoko Ogawa
1era Edición Septiembre 2023
308 páginas 
Maxi TusQuets Editores

Para mi hijo y para mí, él era simplemente "El profe-
sor". Este, por su parte, llamaba a mi hijo con el cu-
rioso apelativo de "Raíz Cuadrada", porque tenia la 
parte superior de la cabeza tan chata y tan recta  como
el símbolo de esa operación. 
- Muchacho, con esta tapadera no se te escapará
la inteligencia que tienes debajo- bromeaba, orgu-
lloso, el profesor, mientras le pasaba cariñosamente la 
mano por el pelo, desgreñándoselo.
Ante esas inocentes muestras de afecto, mi hijo se
encogía de hombros mientras recordaba las burlas de
sus compañeros de clase cuando se pitorreaban  de la 
curiosa planicie que le remataba el cráneo. Por eso se
había acostumbrado a cubrirse la cabeza siempre con 
una gorra de beísbol.
- Fijaos en esto- dijo un día el profesor mientras 
pasaba el dedo índice por una esquina de la superficie
polvorienta de su escritorio-, Aquí donde lo veis...




El acontecimiento
Annie Ernaux
1era Edición Marzo 2001
128 páginas 
TusQuets Editores

Me bajé en Barbés. Como la última vez, un grupo
de hombres esperaba en el andén del metro aéreo.
La gente avanzaba por la estación con bolsas de
color rosa de los grandes almacenes Tati. Salí al
Boulevard Magenta. Reconocí los almacenes Billy,
con los anoraks expuertos en la calle. Una mujer
avanzaba hacia mí conb sus robustas piernas cu-
biertas con unas medias negras de grandes dibu-
jos. La Rue Ambroise-Paré estaba casi desierta
hasta las inmediaciones dek hospital. Recorrí el
largo pasillo abovedado del pabellón Elisa. La pri-
mera vez no me había fijado en el quiosco de
música que había en el patio que se extendía al
otro lado del pasillo acristalado. Me pregunté
cómo vería todo aquellos después, al irme. Entregué
mi número en la recepción del servicio de medi-
cina preventiva. La mujer buscó en un fichero y 
sacó un sobre de papel Kraft que contenía unos 
papeles. Tendí la mano para alcanzarlo, pero no
me lo dio. Lo puso encima de la mesa y me dijo
que me sentara, que ya me llamarían.

jueves, 11 de julio de 2024


En la cubierta del Huáscar 
Pedro Orueta Castillo
1era Edición Noviembre 2016
156 páginas 
Editorial Forja

Capítulo I
Desperté sin querer y, como era de esperarse, cansado 
y de mal genio. Todo diciembre lo había pasado pésimo y, a
decir verdad, creo que desde mediados de julio comenzó a
verse más que gris mi año recién pasado; hoy sigo viviendo las
consecuencias. El colegio... ni hablar; es desagradable hacerlo,
más aún estando de vacaciones. Mencionarlo es de una maldad 
imperdobable.
Gran parte del problema era con mi familia, que 
cuidadosamente se las ingeniaba para no prestarme atención y,
si lo hacía, era en la forma más desagradable. 
Para peor, todo diciembre y la primera quincena de enero 
lo pasé con profesor particular. Ni a mi peor enemigo le desearía 
algo semejante. Por fin ayer terminé lenguaje, ya que me volvía 
loco aquella anciana, por no decirle vieja, que corregía hasta la 
caligrafía, y no daba ni dos minutos de descanso...

miércoles, 10 de julio de 2024


Cara de pan
Sara Mesa
1era Edición Septiembre 2018
140 páginas 
Anagrama

Primera parte
El Parque 

La primera vez la coge tan desprevenida que se
sobresalta al verlo. La niña está apoyada en el tronco
del árbol, leyendo una revista, cuando oye sus pasos
acercándose, el chasquillo de las hojas secas al que-
brarse, y después lo ve, de pie delante de ella, quizá
un poco turbado pero no sorprendido por encontrar-
la allí, oculta tras los setos. El viejo pide perdón -¡no
quise asustarte!, dice- y después le pregunta qué está
leyendo, pero entre una cosa y otra - entre la disculpa 
y la pregunta- a la niña le da tiempo de reaccionar.
Esto, responde mostrándole la revista, una revista para
chicas. Quizá así -piensa ella-, al ver esa revista que 
obviamente no es para niñas, creerá que es mayor de
lo que es y evitará la temida pregunta - qué haces 
aquí, a estas horas-, aunque lo cierto es que el viejo  
se limita a sonreir y a mirar la revista, vacilante. Al 
principo parece que va a cogerla - sus dedos dudan,
se estiran en su dirección-, pero el gesto se deshace y
la mano cae a un lado, como muerta...
Las fiestas patrias del elefante
Lila Calderón
1era Edición Octubre 2019
147 Páginas
Ediciones del gato

-¡Qué mal pagan la confianza y la lealtad cuando
uno se pone viejo!- decía el elefante mientras abría
y cerraba una y otra vez la carta con el anuncio que
consideraba fatal. Desconcertado recogía sus cosas 
desde diversas cajas, cajones y estantes de camarín del
gran circo donde había vivido desde la infancia. Luego 
volvía a sentarse lleno de dudas. No podía ser verdad.
Algo tendría que hacer para aclarar la situación.
Los elefantes suelen ser muy tranquilos, incluso en 
las situaciones de mayor alarma. En general, proceden 
con elegancia y son bastantes dignos cuando se trata de
nuestro protagonista, que se encontró de la noche a la 
mañana con la noticia de que lo habían despedido de
su trabajo.  








La muerte del comendador 
Libro 2: Metáfora cambiante 
Haruki Murakami
1era Edición Enero 2019
491 Páginas
TusQuets Editores

33 Me gustan tanto las cosas que se ven como las que no se ven 

El domingo también hizo un día espléndido, apenas
soplaba el viento y bajo el resplandeciente sol otoñal
brillaban las hojas multicolores de los árboles. Unos 
pajarillos de pecho blanco volaban de rama en rama 
y picoteaban certeros los frutos rojos del bosque. Me
senté en la terraza y me deleité en la contemplación del 
paisaje. El esplendor de la naturaleza se ofrecía por igual 
a ricos y pobres, sin hacer distinciones. Como el tiem-
po... No, tal vez el tiempo no. Quizá la gente rica tiene
la opción de comprar tiempo con su dinero. 

domingo, 23 de junio de 2024



La muerte del comendador 
Libro 1: Una idea hecha realidad
Haruki Murakami
1era Edición Octubre 2018
476 Páginas
TusQuets Editores

1 Si la superficie estaba empañada
Desde el mes de mayo de aquel año hasta principios del
año siguiente viví en una casa en lo alto de unan mon-
taña junto a un estrecho valle, en el que durante el ve-
rano llovía sin parar a pesar de que un poco más allá
estuviera despejado. Esto se debía a que desde el mar,
que se hallaba bastante próximo, soplaba una brisa del
sudoeste carga de humedad que entraba en el valle,
ascendía por las laderas de las montañas y terminaba
por precipitarse en forma de lluvia. La casa estaba justo
en la linde de ese cambio meteorológico y a menudo se
veía despejado por la parte de delante, mientras que por
atrás amenazaban unos nubarrones negros. Al principio
me resultaba de lo más extraño, pero me acostumbré
enseguida y terminó por convertirse en algo normal.


Los apodos de la roja 
Danilo Díaz y Axel Pickett
163 Páginas 
1era Edición Noviembre 2014
Cinco ases


Hombres que llegan a un pueblo
Hernán Rivera Letelier
315 Páginas 
1era Edición Agosto 2022
Alfaguara

Un hombre llega a Altagracia
Un hombre llega a Tricolor
Un hombre llega a Los Dones

Ahí va Tristán el Triste, profesor de música y genio del
violín, aunque él no lo acepte. Ahí va tranqueando en
pleno desierto, siguiendo una ardiente huella de tierra
camino a su confinamiento.
Es pasado el mediodía y en el aire no flamea una
hilacha de viento.
Sobre su cabeza el sol es una piedra en llamas.




Había una vez un pájaro
Alejandra Costamagna
80 Páginas 
1era Edición Santiago: Editorial Cuneta 2013
Cuneta 


Nadie nunca se acostumbra
Jani quiere pensar que la perra va a estar bién. Que si
su padre lo dice, la Daysi va a estar bién. ¿Qué le va
a pasar en unos días?, ha dicho el padre. La vecina le 
va a dar comida, la va a llevar a la plaza. Dile chao y
ayúdame con las maletas. Y Jani se despide de la perra,
dame la patita, y sube con su padre a la citroneta. Por
primera vez viajan juntos, solos. Es una madrugada de
diciembre de 1975. Una telaraña azul, el cielo, cuando
el padre y la hija enfilan por la Panamericana Norte ha-
cia Los Andes y luego los Caracoles y el Cristo Reden-
tor y San Luis y la pampa demasiado quieta y alguna
bandada de pájaros de repente y bien al final Campa-
na, el pueblo donde vivieron sus padres hasta que se
trasladaron a Chile; ese lugar con olor a caucho donde
hoy sigue viviendo la hermana menor de su madre, la
tía Bettina. Y no sólo viviendo, sino trayendo al mun-
do a una criatura que es la primera y única prima de
Jani, qué acontecimiento. Por eso viajan en diciembre 
el padre y la hija, apurados, una semana como mucho.
Y también porque a la vuelta Jani se irá con Milena, su
madre, al sur. Solas al sur. Ah, pero su padre le ha pe-
dido que por favor, hija, no la mencione en Campana.