martes, 30 de julio de 2024



El autodidacta
Hernán Rivera Letelier
138 Páginas 
1era Edición Agosto 2019
Alfaguara

En la única librería del campamento lo único que no
había eran libros. Rumbo a la función de cine de las dos
de la tarde - daban una de Marilyn Monroe-, miré
hacía la vidrieria por inercia: entre carpetas, cuadernos
y sobres de cartas, como un pez de color de un acuario
de sardinas, remumbrada la portada de un libro. Si no es 
un recetario de cocina, me dije, es un cancionero de la 
Nueva Ola, de esos que traen posturas para rasguear los 
temas en guitarra.
Yo no cocinaba ni tocaba guitarra.
Me acerqué al vidrio: Antología de la poesía chilena
contemporánea, de Alfonso Calderón. No podía creerlo. 
A mis diecinueve años, nunca había tenido un libro de
poesía en mis manos. Lo más intelectual que conocía 
hasta entonces, aparte de la Biblia, el solo libro que hubo
siempre en casa, eran algunos números viejos de las Se-
lecciones del Reader's Digest que me prestaba un amigo.
Había empezado a escribir poemas en el campa-
mento donde me criara, y estaba en la etapa del primer
amor, en donde hasta lo más banal y pedestre adquiere,
a los ojos de pájaro del poeta nuevo, un unto de liris-
mo, un vértigo de descubrimiento. Sin embargo, toda...

El hombre que miraba al cielo
Hernán Rivera Letelier
98 Páginas 
1era Edición Mayo 2018
Alfaguara

Fue un lunes de aluminio -los lunes son de alu-
minio- cuando la figura del hombre apareció
entre la gente. Se pará en una esquina del paseo 
Prat, alzó la cabeza y se puso a mirar al cielo. Eso 
fue todo. 
Era mediodía.
El paseo, como siempre a esa hora, desbordaba
de gente y, entre la gente, personajes de todas layas
y pelajes hacían su agosto: comerciantes, músi-
cos, malabaristas, pordioseros -cojos, mancos,
ciegos-, y más de algún predicador de Biblia en 
ristre anunciando el fin de los tiempos tal como se 
anuncia un espectáculo circense. Además, ahora 
último habían aparecido grupos de personas que 
se paraban en las esquinas mostrando un letrero:
se regalan abrazos. Pocos eran los que se acerca-
ban, la gente parecía temer al abrazo de un des-
conocido o desconocida, así tuvieran cara de pan 
de dios...

La chica del cumpleaños
Haruki Murakami 
1era Edición Abril 2018
308 páginas 
TusQuets Editores

El día de su vigésimo cumpleaños también
trabajó de camarera, como de costumbre.
Le tocaba todos los viernes, pero, de hecho,
aquel viernes por la noche no debería haber 
trabajado. Había cambiado su turno con 
otra chica que también trabajaba por horas.
Lógico. La mejor manera de pasar el vigé-
simo cumpleaños no es sirviendo gnocchi 
de calabaza y fritto misto di mare entre los
berridos del cocinero. Pero el resfriado de la 
compañera con quién debería haber inter-
cambiado el turno empeoró y la compañera 
tuvo que meterse en cama. Con casi cuaren-
ta grados de fiebre y una diarrea imparable,
de ninguna manera podía ir a trabajar. Ésa 
era la situación, no había vuelta de hoja. Y...

La fórmula preferida del profesor 
Yoko Ogawa
1era Edición Septiembre 2023
308 páginas 
Maxi TusQuets Editores

Para mi hijo y para mí, él era simplemente "El profe-
sor". Este, por su parte, llamaba a mi hijo con el cu-
rioso apelativo de "Raíz Cuadrada", porque tenia la 
parte superior de la cabeza tan chata y tan recta  como
el símbolo de esa operación. 
- Muchacho, con esta tapadera no se te escapará
la inteligencia que tienes debajo- bromeaba, orgu-
lloso, el profesor, mientras le pasaba cariñosamente la 
mano por el pelo, desgreñándoselo.
Ante esas inocentes muestras de afecto, mi hijo se
encogía de hombros mientras recordaba las burlas de
sus compañeros de clase cuando se pitorreaban  de la 
curiosa planicie que le remataba el cráneo. Por eso se
había acostumbrado a cubrirse la cabeza siempre con 
una gorra de beísbol.
- Fijaos en esto- dijo un día el profesor mientras 
pasaba el dedo índice por una esquina de la superficie
polvorienta de su escritorio-, Aquí donde lo veis...




El acontecimiento
Annie Ernaux
1era Edición Marzo 2001
128 páginas 
TusQuets Editores

Me bajé en Barbés. Como la última vez, un grupo
de hombres esperaba en el andén del metro aéreo.
La gente avanzaba por la estación con bolsas de
color rosa de los grandes almacenes Tati. Salí al
Boulevard Magenta. Reconocí los almacenes Billy,
con los anoraks expuertos en la calle. Una mujer
avanzaba hacia mí conb sus robustas piernas cu-
biertas con unas medias negras de grandes dibu-
jos. La Rue Ambroise-Paré estaba casi desierta
hasta las inmediaciones dek hospital. Recorrí el
largo pasillo abovedado del pabellón Elisa. La pri-
mera vez no me había fijado en el quiosco de
música que había en el patio que se extendía al
otro lado del pasillo acristalado. Me pregunté
cómo vería todo aquellos después, al irme. Entregué
mi número en la recepción del servicio de medi-
cina preventiva. La mujer buscó en un fichero y 
sacó un sobre de papel Kraft que contenía unos 
papeles. Tendí la mano para alcanzarlo, pero no
me lo dio. Lo puso encima de la mesa y me dijo
que me sentara, que ya me llamarían.

jueves, 11 de julio de 2024


En la cubierta del Huáscar 
Pedro Orueta Castillo
1era Edición Noviembre 2016
156 páginas 
Editorial Forja

Capítulo I
Desperté sin querer y, como era de esperarse, cansado 
y de mal genio. Todo diciembre lo había pasado pésimo y, a
decir verdad, creo que desde mediados de julio comenzó a
verse más que gris mi año recién pasado; hoy sigo viviendo las
consecuencias. El colegio... ni hablar; es desagradable hacerlo,
más aún estando de vacaciones. Mencionarlo es de una maldad 
imperdobable.
Gran parte del problema era con mi familia, que 
cuidadosamente se las ingeniaba para no prestarme atención y,
si lo hacía, era en la forma más desagradable. 
Para peor, todo diciembre y la primera quincena de enero 
lo pasé con profesor particular. Ni a mi peor enemigo le desearía 
algo semejante. Por fin ayer terminé lenguaje, ya que me volvía 
loco aquella anciana, por no decirle vieja, que corregía hasta la 
caligrafía, y no daba ni dos minutos de descanso...

miércoles, 10 de julio de 2024


Cara de pan
Sara Mesa
1era Edición Septiembre 2018
140 páginas 
Anagrama

Primera parte
El Parque 

La primera vez la coge tan desprevenida que se
sobresalta al verlo. La niña está apoyada en el tronco
del árbol, leyendo una revista, cuando oye sus pasos
acercándose, el chasquillo de las hojas secas al que-
brarse, y después lo ve, de pie delante de ella, quizá
un poco turbado pero no sorprendido por encontrar-
la allí, oculta tras los setos. El viejo pide perdón -¡no
quise asustarte!, dice- y después le pregunta qué está
leyendo, pero entre una cosa y otra - entre la disculpa 
y la pregunta- a la niña le da tiempo de reaccionar.
Esto, responde mostrándole la revista, una revista para
chicas. Quizá así -piensa ella-, al ver esa revista que 
obviamente no es para niñas, creerá que es mayor de
lo que es y evitará la temida pregunta - qué haces 
aquí, a estas horas-, aunque lo cierto es que el viejo  
se limita a sonreir y a mirar la revista, vacilante. Al 
principo parece que va a cogerla - sus dedos dudan,
se estiran en su dirección-, pero el gesto se deshace y
la mano cae a un lado, como muerta...
Las fiestas patrias del elefante
Lila Calderón
1era Edición Octubre 2019
147 Páginas
Ediciones del gato

-¡Qué mal pagan la confianza y la lealtad cuando
uno se pone viejo!- decía el elefante mientras abría
y cerraba una y otra vez la carta con el anuncio que
consideraba fatal. Desconcertado recogía sus cosas 
desde diversas cajas, cajones y estantes de camarín del
gran circo donde había vivido desde la infancia. Luego 
volvía a sentarse lleno de dudas. No podía ser verdad.
Algo tendría que hacer para aclarar la situación.
Los elefantes suelen ser muy tranquilos, incluso en 
las situaciones de mayor alarma. En general, proceden 
con elegancia y son bastantes dignos cuando se trata de
nuestro protagonista, que se encontró de la noche a la 
mañana con la noticia de que lo habían despedido de
su trabajo.  








La muerte del comendador 
Libro 2: Metáfora cambiante 
Haruki Murakami
1era Edición Enero 2019
491 Páginas
TusQuets Editores

33 Me gustan tanto las cosas que se ven como las que no se ven 

El domingo también hizo un día espléndido, apenas
soplaba el viento y bajo el resplandeciente sol otoñal
brillaban las hojas multicolores de los árboles. Unos 
pajarillos de pecho blanco volaban de rama en rama 
y picoteaban certeros los frutos rojos del bosque. Me
senté en la terraza y me deleité en la contemplación del 
paisaje. El esplendor de la naturaleza se ofrecía por igual 
a ricos y pobres, sin hacer distinciones. Como el tiem-
po... No, tal vez el tiempo no. Quizá la gente rica tiene
la opción de comprar tiempo con su dinero.