Hernán Rivera Letelier
Primera edición junio de de 2016
155 páginas
Alfaguara
Primera parte
1
El túnel fue descubierto a poco de haber co-
menzado los trabajos de demolición de la cárcel y a
tres meses del traslado de los presos al nuevo recinto
penal, construido veinte kilómetros al oriente de la
ciudad, al otro lado del frontón de cerros áridos que
separa la urbe del desierto.
El acarreo de los internos había sido expedito y sin
problemas, salvo por la protesta de los familiares que
reclamaban, con justa razón, que ahora les iba a ser
más difícil y oneroso ir a visitarlos. Una vez evacuada,
la cárcel vieja fue invadida por hordas de obreros que,
con sus cascos y overoles, sus herramientas y su pesada
maquinaria, comenzaron a derribarla aceleradamente
(ya se sospechaba que, pese a los reclamos de las enti-
dades culturales de la ciudad, en sus terrenos se alzaría
un moderno mall -otro más-, todo acrílico, acero
inoxidable y escaleras mecánicas). Cuando los traba-
jos de demolición ya iban avanzados y se taladraba el
piso ajedrezado de la parroquia, justo detrás de donde
había estado el altar mayor, apareció la boca del túnel.
La extrañeza que causó hallazgo entre las autorida-
des era comprensible: en el largo historial del recinto,
que abarcaba ciento seis años desde su inauguración,
no figuraba ninguna fuga por vía subterránea. La Es-
trella del Norte, el más popular diario de la ciudad,
envió a cubrir la noticia un joven periodista recién
egresado, que en sus ratos libres escribía poemas…