domingo, 3 de noviembre de 2024

 Llámame Paula.
Concepción Rodríguez Gasch
Primera edición 2016.
130 páginas
Ediciones Bellaterra

1

El verano en el que mi madre murió dejé de llamarme
Pablo. Yo sólo tenía ocho años y, quizá, debido al dolor
de esa enorme pérdida, decidí que quería dejar de men-
tirle al mundo.

Recuerdo que el día del entierro, mi tía Irene no ha-
bía querido que fuera un acontecimiento tan triste, por
lo que me había dejado con una vecina, y con mi prima
Elena, una niña de casi tres años, alegre y de brillantes
ojos azules, que jugaba con su muñeca Monster High. Mi
prima, a pesar de no saber muy bien a qué se debía mi
tristeza, la percibía con total calidad y, en un gesto de
compasión, me entregó su muñeca con una sonrisa tan
radiante, que no pude por menos que sonreírle a mi vez.
Así que la cogí y la apreté contra mi corazón, un corazón
tan abatido en aquel momento, que no entendía muy
bien porque seguía leyendo latiendo tan tranquilo ahí dentro,
ajeno por completo a mi tristeza.

Ya por la tarde, mi padre llegó con la abuela Dolores.
Yo creía entonces que íbamos a vivir en el piso en el que
siempre habíamos vivido mi madre y yo. Aún no sabía
que eso no iba a ser así...

 

Eres mi ídolo
Roberto Kruger González
1era Edición, Septiembre 2019
134 páginas
La na ná Editores

Supremacy Idols había programado dos conciertos en
Santiago de Chile. En menos de una hora se habían vendido
todas las entradas para el primer espectáculo en el Estadio
Nacional. Los tickets para la segunda jornada fueron puestos a
la venta a través de internet porque los seguidores no
permitieron que las boleterías del recinto deportivo pudieran
funcional con normalidad. De eso habían pasado algunos
meses, y casi todos olvidaron el caos que ocasionó aquella
actividad.
Tiempo después, miles de jóvenes habían acampado bajo dos
noches frías y oscuras para conseguir un lugar privilegiado
apenas abrieran las puertas del estadio. Entre canción y
canción, entre baile y baile, la fila había avanzado a través de la
madrugada: había que ser valiente para estar ahí, para soportar
el sueño, el cansancio, el calor de octubre y el frío de atardecer.
Y también las reprimendas de los padres que llamaban
desesperados para saber si sus hijos estaban bien o las miradas
inquisitivas de lo que se atrevían a pasar al lugar después de
sus trabajos para verificar si todo se encontraba como debía ser...

 

El Soundtrack
Valeria Lara A.
Primera edición, abril 2022
166 páginas
Trayecto Editorial

Ocean Eyes -  Billie Eilish

Las luces estalla frente a mí, como si fueran bom-
bas que me llegan y bloquean por un minuto. El silen-
cio es un ensordecedor y tardo un poco de tiempo en dar-
me cuenta de que sólo existe en mis oídos. Nada está
en silencio. No hay bombas. No hay una batalla, solo
soy yo a punto de exponer mi vida ante una multitud.
-¡Halley! Aquí, por favor, para la revista Boom.
-¡Oh! Sí, claro-.  Me toma unos segundos locali-
zar en la tercera fila al periodista delgadito con ante-
ojos grandes y una mirada voraz de quien desea la primi-
cia. -Hola, ¿cómo estás?
-Genial, ahora que al fin este momento llegó-
sonríe emocionado y mira su alrededor en busca de
apoyo, porque al parecer a todos les emociona ser par-
te de esta conferencia de prensa-. Mi pregunta es:
¿cómo te sientes?
-Bien-. Sonrío relajada y la multitud ríe ner-
viosa, no es la clase de respuesta que esperan oír hoy.
Hago sonar mi garganta solo un poco para probar la
seguridad de mi voz y me inclino hacia el micrófono.
Trato de recordar mis ejercicios de respiración y man-
tenerme firme, aunque toda mi vida vaya a cambiar
en este instante. -Estoy esforzándome mucho para
estar tranquila, es la primera vez que hago esto... Que
me abra el mundo, y sigo sin saber si es lo correcto,
pero de alguna manera estoy lista.

Jorge González una historia original
Manuel Mira
Primera edición, Octubre de 2016
173 páginas
Ediciones de Chile

Por los parlantes de una radio AM pasaban las noticias y can-
ciones de Raphael, Julio Iglesias, Los Ángeles Negros y Camilo
Sesto. El padre de la familia era fanático de la música y cantaba
cada vez que podía. Tenía un conjunto folclórico, a veces ac-
tuaba en shows musicales de radio y eran frecuentes los asados
en su casa de la Novena Avenida de San Miguel, donde toca-
ban cueca y bailaban con amigos y compañeros del grupo. En
su faceta artística, Jorge González Ramírez pasaba a ser Coke
Rey. De vez en cuando conseguía un tocadisco para hacer gi-
rar sus vinilos de música folclórica, mientras los dos hijos de la
familia que había construído con Aída Ríos se entretenían ar-
mando pequeños escenarios a los que subía muñecos. Él era
el padre permisivo, bonachona chistoso, mientras que ella era
la que ponía las reglas, exigente y estricta. Un panorama regu-
lar eran las salidas de Jorge con su hijo al estadio a ver partidos
de Audax Italiano, el equipo del padre y donde su hermano
jugó en las divisiones inferiores. También iban a haber jugar a
Unión Española, el equipo al que Jorge hijo o "Choche" para
sus padres, comenzó a seguir desde muy niño.

La televisión llegó a la casa de los González Ríos a me-
diados de los 70. "Choche" bordeaba los 10 años cuando tuvo
la posibilidad de ver en blanco y negro el festival de Viña, un
panorama transversal de una época de muchas restricciones
nocturnas. Pero el nuevo aparato no consiguió desbancar a la
radio como el principal atractivo familiar. Un día, el pequeño
Jorge descubrió que al escuchar música en la radio calmaba los
achaques de asma que sufría en secreto, sin contarle a sus pa-
dres. También se dio cuenta de qué la casetera podía grabar
programas apretando unas teclas y que luego los podía repro-
ducir cuando quisiera. Fue una revolución personal.