domingo, 11 de julio de 2010

El desierto

"Lo primero que Laura reconoció, al adentrarse en la vasta llanura desértica que rodeaba al oasis de Pampa Hundida, fue el horizonte de aire líquido. La muralla del espejismo temblaba en el horizonte del desierto, atravesando la autopista: una catarata de aire hirviente manando del cielo quemado por el reflejo de los salares, cayendo sobre el lecho del mar que se había ausentado un millón de años antes. Por un instante, tras ese muro de calor que palpitaba como un cristal recién fraguado, Laura creyó ver enor- mes rostros, siluetas humanas gigantescas, bocas distorsionadas, que gritaban en su dirección, que apelaban a ella, pidiéndole o enrostrándole algo inaudible, el dolor de una deserción tan larga como el millón de años transcurrido desde que el mar se evaporó de esas pampas. Era como si el propio paredón del horizonte líquido le aullará..."

Por eso es que yo lo llamaba y le preguntaba. Pero no le preguntaba “Oiga, ¿le pegó o azotó a alguien?”. Si era problema de él pues. Él me habría dicho que no, aunque les hubiera pegado. Hay que entender lo que es un servicio de inteligencia. La persona que tiene a cargo un servicio de inteligencia toma las medidas que considera necesarias y responde al Presidente de la información que entrega. Bueno, Contreras dice que yo tomaba desayuno con él a veces...Claro que tomaba desayuno con él, para que me contara lo que estaba pasando. Yo no le preguntaba: “Oye, ¿A quién matarás?.
Augusto Pinochet

El texto “El Desierto” de Carlos Franz, se configura de dos partes que se van hilando a través del relato. Una parte se sitúa en un pueblo llamado “Pampa Hundida” donde se celebra una fiesta pagana en honor a una virgen. La historia relata cómo en estos días de fiesta, un personaje que habitaba hace muchos años esos lugares, decide regresar a rearmar su historia, que a través del paso de los días, va desvelando al lector, la historia de un pueblo, como muchos otros, testigo de un campo de concentración en las afueras del mismo.
La segunda parte, es el relato en forma de carta de este personaje, que es una exiliada llamada Laura, intentando explicarle a su hija, porqué guardó silencio durante años de lo vivido en Chile, específicamente desde el inicio de la dictadura militar en 1973.
El texto posee una fuerza narrativa, que pareciera que el lector realmente fuera de a poco penetrando, internándose y formando parte de aquella historia que se relata. Y es que, de uno u otro modo, esta historia nos contiene a todos Y no lo digo sólo desde mi posición particular de chilena, hija de exiliados, y lectora local, sino que creo observar en el relato la posibilidad de esta obra, de ser extemporánea y perteneciente a todos los que han vivido la transformaciones circulares de la historia, es decir, la guerra y la paz, la historia del hombre que se escribe o se inscribe por el juego entre revolución y reacción, en constantes giros que se repiten pero que se diferencian en pequeños detalles que significan sólo por el flujo asimétrico que posee el paso del tiempo.
El libro posee varias lecturas que van jugando paralelamente con la historia central, lecturas que son complementos absolutamente necesarios para entender el eje central de la misma, pero que pueden a la vez, jugar como cuentos solitarios, debido al poder de lo que hablan esas historias.
Especulo que dos escenarios fueron necesarios para que Carlos Franz mirara la historia de Chile de los últimos treinta años, el primero, un pueblo en el desierto chileno, reflejo espectral de lo que es el Chile Contemporáneo, con la concentración del poder en pocas manos consensuadas en guardar silencio en pro de su beneficio personal, y un pueblo sometido al movimiento de la marea que el poder indique, elementos, que conjugados, dan vida a una cantidad de historias de marginación, tortura, disciplinamiento, carnaval, silencio, pasión y poder.
El segundo escenario, es Berlín, Europa, Occidente, donde un individuo escribe a través de cartas, toda la violencia que la historia traspasó a través de su cuerpo, todo el desgarramiento que implica llevar la “procesión” de acontecimientos.
Sociedad e individuo, intercalándose para dar cuenta poco a poco de la articulación de un pasado reciente, de un pedazo de tierra y su gente. Son estas dos miradas revueltas, que son, a mi parecer, reflejo de la posición y distancia que tiene el autor con el texto. Franz logró, sea esto premeditado o no, situarse desde el lugar que ocupa en la vida y extrapolarlo al texto, mezclando un escenario lejano, escondido en un recóndito lugar de Chile, el cual se escribe en forma impersonal y distanciada, y otro escenario europeo donde el autor se pone como personaje travestido, escribiendo en un formato intimista como es la carta. Un juego dialéctico entre sociedad e individuo hecho en el texto, para dar vida a la historia social de un pueblo.
El desierto
Carlos Franz
476 Páginas
1era Edición Abril 2005
Editorial Sudamericana

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