viernes, 8 de octubre de 2010

Oficina de mujeres extraviadas











En su libro "No te cases con una mujer de pies grandes", ese monumen-
tal catastro de la mosoginia universal, la antropóloga literaria Mineke
Schipper reúne nada menos que quince mil proverbios escritos y ora-
les referidos a las mujeres y al modo como han sido percibidas por los
hombres de las más disímiles épocas y latitudes. La autora holandesa
demuestra allí, sin fisuras, algo que nosotros, los machos o machitos,
probablemente nunca hemos estado dispuestos a admitir: que ellas nos
inspiran temor. Sin ir más lejos, el propio título del libro - un refrán
distinguible en cualquier cultura, según la doctora señora Schipper- da
cuenta de eso con claridad: los mozos que aún se encuentran en edad
casadera no deben casarse con hembras que los superen en talento, en
altura, en inteligencia o incluso en la medida de los zapatos, pues tarde
o temprano acabarán con la cabeza aplastada bajo el peso implacable
de sus suelas.

Oficina de mujeres extraviadas
Alfonso Calderón
178 Páginas
1era Edición, Abril 2009
Ediciones Universidad Diego Portales

Los amantes de Estocolmo














Hace una semana murió la mujer de mi vecino y recién

ahora me entero de ello. Tanto me abruma esa noticia
que no dispongo de la calma necesaria para continuar es-
cribiendo este proyecto de novela. Es lamentable. La-
mentable y a la vez asombroso, por cuanto a mí no suele
conmoverme la muerte de nadie; menos, la de descono-
cidos. Yo jamás tuve al oportunidad de ver a María Elias-
son. Hoy, sin embargom desde su ausencia implacable, se
me torna lacerante y enigmática.

Nunca la vi, ya lo dije, y a su esposo apenas lo divisé en
una sola ocasión. Fue hace días, cerca de las dos de la tar-
de, cuando tras almorzar y beber una taza de té de arroz,
me puse a corregir el texto - como es mi costumbre -
junto a la ventana del estudio de esta pequeña casa de ma-
dera que alquilo con mi mujer frente al Báltico ahora con-
gelado. Mientras desde el primer piso llegaba tenue el Vals
triste, de Jan Sibelius, y afuera el sol resbalaba por entre
los abedules, Markus Eliasson y sus pequeños daban en su
jardín los toques finales a un hombre de nieve: dos gran-
des botones por ojos, una zanahoria gruesa y algo curva
por nariz, una larga bufanda negra atada al cuello. Más
tarde, cuando Markus y los niños ingresaron a su casa, el
monigote contemplaba ensimismado la estatua de Palas
Atenea que observa a su vez el frontis de la casa como a la
espera de algo.

Los amantes de Estocolmo
Roberto Ampuero
304 Páginas
1era Edición, Septiembre 2003
Planeta

Madre que estás en los cielos

Notable, conmovedor, un libro que no te suelta hasta que terminas de leer la última página.

Madre que estas en los cielos
Pablo Simonetti
412 Páginas
1era Edición, Abril 2000
TusQuets