domingo, 31 de julio de 2011

La casa pierde


Campeón Ligero

Quizá sea exagerado decir que acabé con la ca-
rrera de Ignacio Barrientos. No fui yo quien lo
golpeó a mansalva bajo las ardientes luces de la
arena; durante años entré en su vida como una
sombra necesaria, el amigo que enfría ciertas si-
tuaciones sin definirlas del todo, incluso cuando
éramos niños y jugábamos a enterrar o descubrir
basuras en las minas, estuve en su invencible pe-
riferia, más el testigo o el espectador que el cóm-
plice, y sin embargo, algo hice para arrinuarlo: lo
tuve a mi alcance en la tarde inmóvil y le dí la
mejor de las noticias. Quizá exagero, pero fue
como si llevara manos de piedra y triturara su
rastro gastado de campeón.


Campeón ligero
La estatua descubierta
Coyote
El anillo de cobalto
El extremo fantasma
La alcoba dormida
La casa pierde
El planeta prohibido
El domingo de Canela
Corrección

La casa pierde
Juan Villoro
284 Páginas
Primera Edición, Enero 1999
Alfaguara

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