I. La caída del muro de Berlín
Para Padilla, recordaba Amalfitano, existía literatura
heterosexual, homosexual y bisexual. Las novelas, general-
mente, eran heterosexuales. La poesía, en cambio, era ab-
solutamente homosexual. Dentro el inmenso océano de
ésta distinguía varias corrientes: maricones, maricas, mari-
quitas, locas, bujarrones, mariposas, ninfos y filenos. Las
dos corrientes mayores, sin embargo, eran de los mari-
cones y la de los maricas. Walt Whitman, por ejemplo,
era un poeta maricón. Pablo Neruda, un poeta marica.
William Blake era maricón, sin asomo de duda, y Octavio
Paz marica. Borges era fileno, es decir de improviso podía
ser maricón y de improviso simplemente asexual. Rubén
Darío era una loca, de hecho la reina y el paradigma de las
locas (en nuestra lengua, claro está; en el mundo ancho y
ajeno el paradigma seguía siendo Verlaine el Generoso).
Los sinsabores del verdadero policía
Roberto Bolaño
326 páginas
Primera Edición, 2012
Anagrama
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