miércoles, 17 de febrero de 2016

Elogio del Maracanazo


Matías me preguntó si estaba nervioso. Le dije
que no. No sé si me habrá creído, era evidente que sí lo
estaba. Pensaba que se me debía notar en la cara. En las
manos. En ese movimiento que solía hacer con el dedo
pulgar y el dedo índice sobre la barbilla, como
buscando una explicación al estado de angustia que me 
tenñia inquieto.

Compañero de aventuras desde el colegio, Matías
sabía que la ansiedad me estaba matando. Sabía que lo
mejor era que no me hablara. Mi impaciencia no tenía
solución. Sólo había que dejar que pasaran las horas.
Tal como cuando fuimos a conocer a Elías Figueroa a
Villa Alemana, la historia se repetía. El día antes del
encuentro yo estaba descontrolado. El síntoma era el
mismo. La espera provocaba picazón en mi cuerpo. 

Elogio del Maracanazo
Victor Hugo Ortega C.
136 páginas
1era Edición, Julio 2013
Alfaguara

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