Llámame Paula.
Concepción Rodríguez Gasch
Primera edición 2016.
130 páginas
Ediciones Bellaterra
1
El verano en el que mi madre murió dejé de llamarme
Pablo. Yo sólo tenía ocho años y, quizá, debido al dolor
de esa enorme pérdida, decidí que quería dejar de men-
tirle al mundo.
Recuerdo que el día del entierro, mi tía Irene no ha-
bía querido que fuera un acontecimiento tan triste, por
lo que me había dejado con una vecina, y con mi prima
Elena, una niña de casi tres años, alegre y de brillantes
ojos azules, que jugaba con su muñeca Monster High. Mi
prima, a pesar de no saber muy bien a qué se debía mi
tristeza, la percibía con total calidad y, en un gesto de
compasión, me entregó su muñeca con una sonrisa tan
radiante, que no pude por menos que sonreírle a mi vez.
Así que la cogí y la apreté contra mi corazón, un corazón
tan abatido en aquel momento, que no entendía muy
bien porque seguía leyendo latiendo tan tranquilo ahí dentro,
ajeno por completo a mi tristeza.
Ya por la tarde, mi padre llegó con la abuela Dolores.
Yo creía entonces que íbamos a vivir en el piso en el que
siempre habíamos vivido mi madre y yo. Aún no sabía
que eso no iba a ser así...
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