viernes, 20 de diciembre de 2024


Lilus Kikus
Elena Poniatowska
Ilustradora Fernanda Piderit
Primera Edición Mayo 2020
Recrea Libros

"Lilus Kikus... Lilus Kikus... ¡Lilus Kikus, te estoy hablando!". 
Pero Lilus Kikus, sentada en la banca de la calle, está 
demasiado absorta operando a una mosca como para oír 
los gritos de su mamá. Lilus nunca juega en su dormitorio, 
ese cuarto que el orden ha echado a perder. Mejor juega en 
la esquina de la calle, debajo de un árbol chiquito, plantado 
en la orilla de la vereda. De allí ve pasar a los autos y a las 
gentes que caminan muy apuradas, con cara de que van a 
salvar el mundo...

Lilus crees en las brujas y se cose en los calzones un ramito 
de hierbas finas, romerito y pastitos; un pelo de Napoleón, 
de los que venden en la escuela por diez pesos. Y su diente, 
el primero que se le cayó. Todo esto lo mete en una bolsita 
que le queda sobre el ombligo. Las niñas se preguntarán 
después en la escuela cuál es la causa de esa pretuberancia.

En una cajita, Lilus guarda también la cinta negra de un 
muerto, dos pedacitos grises y duros de uñas de pie de su 
papá, un trébol de tres hojas y el polvo recogido a los pies 
de un Cristo en la iglesia de Nuestra Señora de la Piedad. 
Desde que fue al campo de un tío suyo, Lilus encontró 
sus propios juguetes. Allá tenía un nido y se pasaba horas
enteras mirándolo fijamente, observando los huevitos y las 
briznas de que estaba hecho. Seguía paso a paso, y con 
gran interés, todas las ocupaciones del pajarito...

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