Kazumi Yumoto
Primera edición marzo de 2015
214 páginas
Nocturna Ediciones
1
Desde que comenzó junio no ha hecho más que llover. Aquel día
también llovía a cántaros, así que la apertura de la piscina se había
retrasado hasta el día siguiente. Yo observaba ensimismado las "hojas
fantasmales" a través de la ventana. Las llamábamos así porque tie-
nen forma de mano y son tan grandes como una calabaza. Habían
crecido tanto que alcanzaban en el segundo piso. Y cada vez que llovía,
crecían más. Cuando llegaban en invierno, se caían y parecían haber
muerto, pero renacían con la primavera y en verano volvían a llenar
todo con su presencia fantasmal.
Estaba en el segundo año cuando comencé a llamarlas "hojas fantas-
males". Era más bajito, aunque todavía no me llamaban "espárrago", y
conservaba los dientes de leche y no las dos paletas gigantes que tengo
ahora. En definitiva, era un niño muy mono. Mi mayor preocupación
era la comida de la escuela: si nos ponían algo asqueroso que no había
quien se lo comiera o algo que me gustaba. Los chicos de sexto que
jugaban al béisbol me parecían enormes y fuertes. Me daban miedo.
Los amigos eran Kawabe, Kiyama y Yamashita.
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