Jorge Baradit
Primera edición agosto de 2017
194 páginas
Penguin Random House Grupo Editorial
La tragedia más grande de nuestra historia
Era 9 de diciembre de 1863. Santiago amaneció envuelto en
una niebla extraña. La ceniza se mezclaba con el olor a carne
quemada y de aceites indefinibles. Algunos madrugadores en-
volvían sus narices en pañuelos para filtrar el olor que a ratos
se tornaba nauseabundo. Ellos sabían que, de algún modo,
estaban respirando cadáveres, restos humanos calcinados y
convertidos en pequeñas partículas que flotaban por la capi-
tal, envolviéndolos en la nube negra de la tragedia. Sobre las
calles de la ciudad planeaban, a la deriva, restos microscópi-
cos de hijas, de esposas y abuelas que murieron quemadas,
reducidas a polvo de carbón que se acumulaba en callejones,
aceras, y caía sobre los techos de las casas. Era un espíritu fan-
tasmagórico del tamaño de una ciudad que entraba por venta-
nas, puertas y narices para cubrirlo todo. El silencio inundaba
espeso el corazón, pero también los edificios, las plazas, los
paladares. Sólo el ruido de las carretas que golpeaba los ado-
quines de la calle de La Bandera tenían permiso para romper
el dolor que hacía callar hasta los pájaros. Iban cargada de
masas amorfas, de cuerpos pegados unos a otros de tal forma
que creaban esculturas terroríficas, monstruos con muchos
brazos, pólipos y cabezas espolvoreadas con cal. A medida que
avanzaban por las calles de Santiago, las carretas iban dejando
una traza de blanco y de negro en su camino hacia el Cemen-
terio General. Ciento cuarenta y seis carretas, en hilera y cu-
lebreando entre las calles, las recorrían dibujando en carbón
y tiza una palabra en la ciudad más triste del mundo por esos
días, Santiago de Chile.
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