
¿Qué inquietaba a los dueños de Almagro, Ruggiero & Asociados,
que lo invitaban a comparecer con tanta premura en sus oficinas?,
se preguntó Cayetano Brulé al dejar esa cálida mañana de febrero su
despacho del entretecho del edificio Turri, ubicado en pleno centro
financiero de Valparaíso, y bajar en el ascensor de jaula hasta la calle
Prat. Desde el retorno a la democracia AR&A se había convertido en
la consultora más influyente del país y se murmuraba que no existía
estipulación o licitación pública de envergadura que no se agenciara
gracias a su rúbrica. Sus tentáculos abarcaban desde el palacio presiden-
cial hasta las sedes neogóticas del los empresarios, y desde el Congreso
a la Contraloría General de la República, pasando por ministerios,
partidos políticos, embajadas y tribunales. Sus abogados podían con-
seguir leyes y decretos, subvenciones y condonaciones, exenciones y
amnistías, y también lavar deshonras y pulir el prestigio de personali-
dades de capa caída. AR&A actuaba desde los pasillos y las sombras, y
aunque sus máximos ejecutivos frecuentaban las recepciones y cenas
claves de la capital, sus propietarios eran practicamente invisibles, y en
contadas ocasiones asistían a reuniones sociales o concedían entrevistas
a periodistas.
El caso Neruda
Roberto Ampuero
330 Páginas
1era Edición, Septiembre 2008
Editorial Norma para La otra orilla
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