viernes, 8 de abril de 2011

El peso de la noche


El pupitre quedaba junto a la ventana. Francisco
podía observar, sobre los muros del colegio, techos enne-
grecidos, y si levantaba un poco la cabeza, un balcón. La
niebla, por primera vez en ese año, se acumulaba sobre
los techos; en las planchas ferruginosas había una capa de
humedad. Penetraban rachas de frío por las rendijas de la
ventana. Él recordó, entonces, el repique de los tubos de
vidrio, cuando instalaron el aparato para transfusiones
de sangre junto a la cabecera de la señora Cristina, en la
madrugada, y tuvo la sensación de perder las defensas
contra el frío: un súbito temblor le atravesó los huesos de
la columna, de arriba abajo. Se sobó las manos con fuer-
za, pero fue inútil.

De la mano de Francisco, un adolescente que descubre el sexo y
la llamada irrecuperable de la literatura, y que se rebela contra
los valores familiares y las enseñanzas de los jesuitas,
y de Joaquín, su tío, que arrastra el estigma del descarriado
e inadaptado y vive al margen de todos, el narrador nos
introduce en el microcosmos de una poderosa familia,
un retrato vivísimo de la corte de hermanos y sirvientes,
de empleados y amigos, presidida, como una gran matrona,
por la señora Cristina. La historia independiente de
Francisco y Joaquín nos habla de los esfuerzos por
escapar de las rigideces de clase y de los valores que representa,
de los remordimientos y debilidades, las hipocresías y los sentimiento
largamente reprimidos, de la atracción por los bajos fondos y la
importancia de la noche, tal vez la clave que mantiene
«el orden social en Chile»

El peso de la noche
Jorge Edwards
224 Páginas
Primera Edición, Febrero 2001
TusQuets Editores

No hay comentarios: