domingo, 31 de julio de 2011

El juego me lo dio y el fuego me lo quitó


El verdadero gurú

¿Se acuerdan del gurú de Pelequén?... Sí, el gueón que en
la década de los 90 vivía con seis mujeres en una amplia casa en
las faldas de los cerros, precisamente en un pequeño poblado de la
precordillera de la sexta región llamado Los Maquis, al interior de
Pelequén.

El verdadero gurú
Grado siete
En ángel malvado
Paloma blanca
De paseo con el diablo
El caballo de metal
El juego me lo dio y el fuego me lo quitó
El estigma
El bar de chinasky
La viuda y las tunas
La máquina del placer
El coco de oro
El último chiste
El cuarteo
El secreto
El circo
El recluta
Día de pesca
La sor-presa del río
Terrorista por una noche


El juego me lo dio y el fuego me lo quitó
Carlos Peña y Lillo H.
130 Páginas
Primera Edición, Abril 2010
Mago Editores

Lanchas en la Bahía


-Cuidado.
-Mucho ojo y no dormirse.
-Hasta mañana

Estaba de pie en la borda de la gasolinera, apoyadas
las manos en la baranda del falucho, y en el instante en
que la ola unía los flancos de las embarcaciones hice una
enérgica flexión, me levanté en el aire y caí de puntillas
sobre la cubierta baja. Desde allí hice un ademán de
saludoa los compañeros.
-Guarda con la fondeada.
-¡Tiro y tiro!

Lanchas en la Bahía
Manuel Rojas
110 Páginas
Primera Edición, 1932
35a Edición, Marzo de 2002
Zig-Zag

La casa pierde


Campeón Ligero

Quizá sea exagerado decir que acabé con la ca-
rrera de Ignacio Barrientos. No fui yo quien lo
golpeó a mansalva bajo las ardientes luces de la
arena; durante años entré en su vida como una
sombra necesaria, el amigo que enfría ciertas si-
tuaciones sin definirlas del todo, incluso cuando
éramos niños y jugábamos a enterrar o descubrir
basuras en las minas, estuve en su invencible pe-
riferia, más el testigo o el espectador que el cóm-
plice, y sin embargo, algo hice para arrinuarlo: lo
tuve a mi alcance en la tarde inmóvil y le dí la
mejor de las noticias. Quizá exagero, pero fue
como si llevara manos de piedra y triturara su
rastro gastado de campeón.


Campeón ligero
La estatua descubierta
Coyote
El anillo de cobalto
El extremo fantasma
La alcoba dormida
La casa pierde
El planeta prohibido
El domingo de Canela
Corrección

La casa pierde
Juan Villoro
284 Páginas
Primera Edición, Enero 1999
Alfaguara

domingo, 3 de julio de 2011

La otra mujer


Fue durante el último invierno de Berlín,ciudad donde yo me
encontraba dictando charlas sobre el impacto de la caída del Muro
en la literatura estadounidense, que llegó a mis manos el aperga-
minado manuscrito de Benjamín Plá. Era un texto de tapas grue-
sas, mecanografiado en páginas finas y amarillentas, corregido
con una letra clara y grande, como de niño, escrita en tinta verde.
Lo recibí durante el cóctel que brindó en mi honor, al término
de mis palabras, el legendario Instituto Ibero-Americano. Afuera
ya había caído la noche, nevaba en forma copiosa y los asistenntes
estaban animados. Entonces, una dama de caballera plateada, ojos
vivaces y edad imprecisa, cargando una bolsa plástica de la librería
Dussmann, se aproximó hasta donde yo platicaba con diplomáti-
cos y académicos, y me dijo en castellano...


La otra mujer
Roberto Ampuero
364 Páginas
Primera Edición, Octubre 2010
La otra orilla

La señorita Kitty


UNO

NO LE TEMAS a la muerte, mi amor. Yo te cuidaré.
Tú no sabes lo que es eso. Ni lo sabrás. Es
sólo un cansancio mayor.
Estaré contigo, cuando ocurra, no como con
los otros, que los abandoné. No quise verlos
morir. Sí, fue cobardía.
Soy una mujer cobarde.

DOS
DESPUÉS DE TANTOS años empezó a distanciarse.
No se me ocurrió inmediatamente que estuvie-
ra enamorada de otro. Nuestra vida juntos ha-
bía sido amable. Y habíamos jurado no mentir.
nos, ser muy civilizados en caso de que uno se
cansara del otro, que si el amor no dura es
porque es lo natural, que el engaño era lo peor
desde cualquier punto de vista. No era cinismo
ni libertinaje, todo lo contrario. El resto de las
mujeres me parecía de plástico, aunque, en
ciertos momentos, claro, uno no es de piedra ni
de corcho, es de carne latiente, hay pensamien-
tos inevitables: ¿cómo será ésta en la cama? ¡Qué
ganas de apretarles las pechugas! No estaría mal
un ajuste de cuentas con esta tonta...

La señorita Kitty
Alejandro Sieveking
170 Páginas
Primera Edición, Setiembre 1994
Planeta Biblioteca del Sur

Cachuín + Porái


- ¡Ya, socio! ¡Al gol!
La embarrada y deforme pelota de calcetines voló,
describiendo una majestuosa parábola, y rompió en so-
noros fragmentos uno de los vidrios de la sala del 2o. Un
sonido ululante (tradicional en el Instituto cuando se rom-
pen vidrios), salió de las gargantas de todos los alumnos
del patio, mientras el inspector se aproximaba con gesto
severo. Sabiendo de antemano a quién debía dirigirse,
afirmó: Fue Ud., La Sierra, ¿no es cierto?

Cachuín + Porái
José Miguel Varas
204 Páginas
Primera Edición, Octubre 2002
LOM Ediciones

Volver a verla y otros cuentos


Volver a verla
Joaquín... ese sería el nombre del protago-
nista. Se llamaría y sería unos de esos pe-
dantes hombres de letras, mucho más interesados
en los experimentos literarios que en las buenas
historias.
Era una especie de autoexorcismo que Ra-
miro se había impuesto. En un mes se cumplirían
dos años desde la publicación de su novela y aún
no había vuelto a escribir una sola página que
valiera la pena. Luego de angustiosas cavilaciones,
había llegado a la conclusión de que el problema
radicaba en la imperdonable manera en que había
comenzado a complicar sus argumentos con el fin
de lograr una obra interesante, como uno de esos
odiosos estudiantesm aspirantes a escritores y pro-
yecto de críticos literarios, que desperdician todos
sus esfuerzos en la búsqueda de una estructura
inédita, en lugar de concentrarse en la trama y en
los personajes. Tal vez todo era producto del éxi-
to que obtuvo su primer trabajo y de la inevitable
parálisis a la que eso lo había conducido. De la
pérdida de perspectiva a la hora de dar el siguien-
te paso, mucho más preocupado por superar el
anterior que por encontrar una historia que lo
apasionara...

Los otros cuentos:

Por eso me reía
La conspiración
La época de desenfreno
La mariposa de Renoir
Neblina, pura neblina
Dejarse querer
Verdeazul
Un día en mitad del sueño
Michael Stipe
Visita
La vida sublime de los mundos
El ascensor
La herencia Klimt


Volver a verla y otros cuentos
246 Páginas
Primera Edición, Diciembre 2000
Alfaguara