domingo, 24 de abril de 2011

Novelas enanas


Bajo la lluvia

Lo vio la primera vez (es un decir) en un
embotellamiento del tráfico, el clásico de cada tarde
al intentar volver a casa. Américo Vespucio colapsa-
do, la lentitud irritada de los conductores inten-
tando no pensar en nada. Llovía y los cristales se
empañaban con el calor interior. Se movía despacio
por entre las calles inundadas, esquivando charcos,
atochamientos, sin fortuna, sin conseguir encontrar
una salida. Durante un instante pensó que así era su
vida. Lenta y torpe, un ir y venir sin sentido entre
dificultades y tardanzas encerrado en un habitáculo
con todos los implementos menos el horizonte. Lle-
garía a casa, sí, a alguna hora. Había que frenar esa
sensación claustrofóbica, dejar la mente en blanco,
buscar en la radio alguno de esos programas que da-
ban informe del tránsito, canciones de su tiempo.

Bajo la lluvia
Mi padre hablaba boleros
Querido Coyote
(Nuca se publicaron) Las obras completas de Norton Jaramillo
Pequeña novela gótica (NOTABLE!!!)
El maestro de Claudia
Paul & John
Nada es para siempre
El libro negro del cine chileno (para un filme imposible)
Arena en las sábanas
No te quedes muda

Novelas enanas
Marco Antonio de la Parra
212 Páginas
Primera Edición, Agosto 2000
Alfaguara

domingo, 17 de abril de 2011

Mundo del fin del mundo


"Llamadme Ismael..., llamadme Ismael...", re-
petí varias veces mientras esperaba en el aeropuer-
to de Hamburgo y sentía que la una fuerza extraña
otorgaba cada vez mayor peso al delgado cuader-
nillo del pasaje, peso que aumentaba conforme se
acercaba la hora de salida.
Había atravesado el primer control y me pa-
seaba por la sala de embarque aferrado al bolso de
mano. No llevaba demasiadas cosas en él: una
cámara fotográfica, una libreta de apuntes y un
libro de Bruce Chatwin, En la Patagonia. Siempre
he aborrecido a los que hacen rayas o anotaciones
en los libros, pero aquél estaba lleno de subrayados
y signos de exclamación que fueron en aumento
luego de tres lecturas. Y pensaba leerlo por cuarta
vez durante el vuelo hasta Santiago de Chile."

Un adolescente, enardecido por la lectura de Moby Dick, aprovecha las vacaciones de verano para embarcarse, en los confines australes de América, allí donde se termina el mundo, en un ballenero que por primera vez le llevará por esos mares donde todavía navegan legendarios héroes de verdad y de mentira. Muchos años después, el joven chileno, ya convertido en adulto y residente en el otro extremo del planeta, periodista y miembro activo del movimiento Greenpeace, vuelve inesperadamente a los lejanos parajes de su escapada juvenil por una razón muy distinta, pero tal vez igualmente romántica : barcos piratas están depredando la fauna marítima que habita las gélidas e impolutas aguas del mundo del fin del mundo. Hay que seguir las huellas sanguinarias del feroz capitán Tanifuji, encontrar pruebas, denunciarlo, impedir la barbarie y salvar a Sarita, atrapada en una enmarañada red de oscuros intereses internacionales.

Mundo del fin del mundo
Luis Sepúlveda
152 Páginas
Primera Edición, Marzo 1994
TusQuets Editores

jueves, 14 de abril de 2011

El museo de cera


La verdad es que el Marqués de Villa Rica fue un enigma
siempre, antes y después de la crisis, y sigue siéndolo
ahora, después de su desaparición, o de lo que podríamos
llamar, en términos más apropiados, su metamorfosis últi-
ma. Porque el Marqués, con sus títulos, con su mansión,
principesca, con sus fabulosos colecciones y sus coches
de cuatro caballos, e incluso con su prestancia física y su
educación europea, sus erres de entonación ligeramente
exótica, sus bromas llenas de alusiones oscuras, desento-
naba en nuestro pequeño mundo. Por eso, quizás, sólo
fuimos capaces de verlo en su condición de leyenda
viviente. Y de pronto asistimos, estupefactos, a su despla-
zamiento, provocado por el incidente del pianista, y más
tarde a su desintegración, a su transformación en astillas,
en humo, devorado por una mediocridad que necesitaba
restablecer el orden natural de las cosas.

El museo de cera
Jorge Edwards
132 Páginas
Primera Edición, Junio 1992
Editorial Andrés Bello

domingo, 10 de abril de 2011

Monsieur Pain


PARIS, 1938

El miércoles 6 de abril, al atardecer, cuando me
disponía a abandonar mis habitaciones recibí un tele-
grama de mi joven amiga madame Reynaud solicitan-
do mi presencia con carácter urgente para esa misma
tarde en el café Bordeaux, sito en la rue Rivoli, no de-
masiado lejos de mi residencia y a una hora a la que
aún, si me daba prisa, podía acudir con puntualidad.

A un discípulo de Mesmer le encargan que cure el hipo que sufre un sudamericano pobre abandonado en un hospital de París en la primavera de 1938. En apariencia, nada puede pasar. Sin embargo el mesmerista Pierre Pain se verá envuelto en una intriga en donde se planea un asesinato ritual de proporciones planetarias. ¿Quién es el sudamericano que agoniza en el hospital Arago? ¿Por qué unas fuerzas ocultas desean su muerte? ¿Qué se pierde y qué se gana con esa muerte? Sólo Pierre Pain se da cuenta de lo que se teje entre bastidores. Y él no es un héroe sino un hombre común y corriente: solitario, secretamente enamorado de madame Reynaud, delicado, pacífico, descreído, el menos indicado para intentar resolver una historia extraordinaria a mitad de camino entre la casualidad y la causalidad, una aventura a vida o muerte en donde se pondrá en juego el amor, la soledad, la dignidad y el valor del ser humano, el delirio, la irremediable tristeza. Una insólita novela en la que el autor de Los detectives salvajes, premiado con el Rómulo Gallegos, exhibe su no menos insólita altura literaria.

Monsieur Pain
Roberto Bolaño
174 Páginas
Primera Edición, Noviembre 1999
Anagrama

viernes, 8 de abril de 2011

El peso de la noche


El pupitre quedaba junto a la ventana. Francisco
podía observar, sobre los muros del colegio, techos enne-
grecidos, y si levantaba un poco la cabeza, un balcón. La
niebla, por primera vez en ese año, se acumulaba sobre
los techos; en las planchas ferruginosas había una capa de
humedad. Penetraban rachas de frío por las rendijas de la
ventana. Él recordó, entonces, el repique de los tubos de
vidrio, cuando instalaron el aparato para transfusiones
de sangre junto a la cabecera de la señora Cristina, en la
madrugada, y tuvo la sensación de perder las defensas
contra el frío: un súbito temblor le atravesó los huesos de
la columna, de arriba abajo. Se sobó las manos con fuer-
za, pero fue inútil.

De la mano de Francisco, un adolescente que descubre el sexo y
la llamada irrecuperable de la literatura, y que se rebela contra
los valores familiares y las enseñanzas de los jesuitas,
y de Joaquín, su tío, que arrastra el estigma del descarriado
e inadaptado y vive al margen de todos, el narrador nos
introduce en el microcosmos de una poderosa familia,
un retrato vivísimo de la corte de hermanos y sirvientes,
de empleados y amigos, presidida, como una gran matrona,
por la señora Cristina. La historia independiente de
Francisco y Joaquín nos habla de los esfuerzos por
escapar de las rigideces de clase y de los valores que representa,
de los remordimientos y debilidades, las hipocresías y los sentimiento
largamente reprimidos, de la atracción por los bajos fondos y la
importancia de la noche, tal vez la clave que mantiene
«el orden social en Chile»

El peso de la noche
Jorge Edwards
224 Páginas
Primera Edición, Febrero 2001
TusQuets Editores

domingo, 3 de abril de 2011

El hombre más buscado


Huelga decir que no podemos culpar a un boxeador tur-
co, campeón de los pesos pesados, de no advertir,
mientras pasea tranquilamente por una calle de Hamburgo
con su madre del brazo, que le sigue los pasos un muchacho
flaco envuelto en un abrigo negro.
El Gran Melik, como lo llamaban con admiración en su
barrio, era un gigante de hombre, greñudo, desaliñado y cam-
pechano, con una sonrisa espontánea y amplia, el pelo negro
recogido en una coleta y unos andares cimbreantes y desen-
vueltos que, incluso sin su madre, abarcaban media acera. A los
veinte años, era una celebridad en su pequeño mundo, y no solo
por sus proezas en el cuadrilátero: representante juvenil electo
de su club deportivo islámico, finalista tres años consecutivos
en los cien metros mariposa del Campeonato del Norte de Ale-
mania, y por si fuera poco, portero titular de su equipo de fút-
bol de los sábados.

El hombre más buscado
John Le Carré
398 Páginas
Primera Edición, Febrero 2009
Plaza Janés