jueves, 29 de diciembre de 2011

Kafka en la orilla


El joven llamado Cuervo

-Así que ya has conseguido el dinero, ¿no? -dice el joven llama¬do Cuervo. Lo dice con su peculiar manera de hablar, arrastrando un poco las palabras. Como cuando te acabas de despertar de un pro¬fundo sueño y sientes la boca pesada y torpe. Simples apariencias. En realidad, está completamente despierto. Igual que siempre.
Asiento.
-¿Cuánto?
Respondo tras confirmar, una vez más, la cifra en mi cabeza.
-Unos cuatrocientos mil yenes en metálico. Y, con la tarjeta, podría sacar algo más de unos ahorros que tengo en el banco. Ya sé que no es gran cosa, pero de momento...
-Sí, no está mal -admite el joven llamado Cuervo-. De momento, claro.
Asiento.
-Pero este dinero no te lo habrá traído Santa Claus por Navidad, supongo.
-No, claro -digo.
El joven llamado Cuervo mira a su alrededor frunciendo levemente los labios con sarcasmo.



Kafka en la orilla
Haruki Murakami
714 Páginas
Primera Edición, Noviembre 2006
MAXI TusQuests

sábado, 17 de diciembre de 2011

Tenaces


Las seis crónicas y la entrevista de personajes reales que conforman este nuevo libro de José Miguel Varas nos permiten agregar antecedentes a ciertos pasajes de la historia nacional del siglo XX, a través de los retratos de algunos de sus actores, como Luis Emilio Recabarren -en una entrevista a Salvador Ocampo-, Américo Zorrilla en primera persona, los hermanos Arturo y Carmelo Soria, este último asesinado por los servicios de inteligencia de Pinochet; Samuel Riquelme, Zorobabel González, "el Guagua" y Carmen Vivanco.
Los tenaces habla de aquella cualidad presente en el pueblo chileno, resultado del cruce mapuche y español, pero particularmente habla de las figuras abordadas aquí, que unieron a la tenacidad un sentido ético de la existencia que los caracterizó la vida entera, en sus múltiples actividades políticas y personales a las cuales el desarrollo de los hechos de la historia chilena los enfrentó.
El denominador común de estas figuras es una dignidad a toda prueba, aun de los tiempos más difíciles que debió sortear nuestro país, y ellas permanecen en la memoria histórica como referentes ciudadanos a no olvidar.


CARMEN

La escuela del salitre
Crecimos, pues, con muy escasa educación... pero tuvimos otra escuela. Mi padre era de la Federación Obrera de Chile, la FOCH. Una vez al mes nos llevaba a las reuniones que se hacían en Pampa Unión. Ahí llegaban los fochistas de varias oficinas. Se juntaban como mil trabajadores; de diferentes partes venían. Mi papá nos llevaba a nosotros, a mi hermano y a mí, y escuchábamos las intervenciones, todas esas denuncias y lo que se pedía. Así íbamos creciendo y aprendiendo lo que era la organización. Así nos quedó para siempre clavada una verdad: que para mejorar su condición los trabajadores tienen que luchar.
Mi papá compraba un diarito chico que se llamaba Justicia. Era prensa de Recabarren. Como yo aprendí a leer desde muy chica, mi papá me despertaba como a la una de la mañana, la hora en que pasaba un compañero dejando la Justicia en cada casa donde debía: “Hija, dispierte". Yo con todo el sueño, obedecía y él me decía que leyera todo ese diarito. Era chico, dos hojas, cuatro páginas en……..


Tenaces
José Miguel Varas
172 Páginas
Primera Edición, 2010
LOM Ediciones

jueves, 8 de diciembre de 2011

Tokio Blues, Norwegian Wood


Yo entonces tenía treinta y siete años y me encontraba a
bordo de un Boeing 747. El gigantesco avión había iniciado
el descenso atravesando unos espesos nubarrones y ahora se
disponía a aterrizar en el aeropuerto de Hamburgo. La fría
lluvia de noviembre teñia la tierra de gris y hacía que los
mecánicos cubiertos con recios impermeables, las bande-
ras que se erguían sobre los bajos edificios del aeropuerto,
las vallas que anunciaban los BMW, todo, se asemejara al
fondo de una melancólica pintura de la escuela flamenca.
¡Vaya! ¡Otra vez en Alemania!, pensé.

Tras completarse el aterrizaje, se apagaron los señales de
"Prohibido Fumar" y por los altavoces del techo empezó a
sonar una música ambiental. Era una interpretación ramplo-
na de Norwegian Wood de los Beatles. La melodía me conmo-
vió, como siempre. No. En realidad, me turbó; me produjo
una emoción mucho mas violenta que de costumbre.

Toru Watanabe — Protagonista y narrador, Toru es un estudiante universitario bastante normal de Tokio. Se está especializando en teatro, pero sin motivo o convicción para hacerlo. Al contrario que la mayoría de los estudiantes, está interesado en Occidente, en particular, en la literatura de Estados Unidos. Es el mejor amigo de Kizuki y mantiene una relación amorosa, primero con Naoko, y más tarde con Midori.

Naoko — Bella y sensible, Naoko es la novia de Kizuki, aunque después de la muerte de éste comienza una relación con Toru. La hermana mayor de Naoko se suicidó con 17 años, lo que, junto con el suicidio de Kizuki, marcó su estabilidad emocional para siempre.

Midori Kobayashi — Compañera de clase de Toru. Vivaz y extrovertida, ella y su hermana ayudan a su padre a llevar una pequeña librería. Al principio tiene novio, pero comienza a tener otros sentimientos hacia Toru según le va conociendo mejor. Finalmente deja a su novio, poniendo a Toru en una situación complicada.

Reiko Ishida — Profesora de música y buena amiga de Naoko, junto con la cual permanece en un psiquiátrico. Debido a los problemas mentales que acarrea durante toda su vida y que arruinaron su carrera musical y su matrimonio, Reiko intenta aconsejar a Toru y a Naoko en su relación.

Kizuki — Mejor amigo de Toru en el instituto y primer novio de Naoko, Kizuki se quitó la vida a los 17 años.

Nagasawa — Estudiante diplomático de la élite de la Universidad de Tokio que comienza una amistad con Toru a través de una pasión que ambos comparten, El gran Gatsby. Nagasawa no es muy carismático, pero sí complejo tanto en sus ideales como en sus relaciones personales. Al principio Toru, llevado por el desenfreno, comienza a salir con él para mantener relaciones sexuales con chicas que Nagasawa escoge al azar. Más tarde, su relación pasa por altibajos, dejando su amistad y volviéndola a retomar.

Hatsumi — Amable por naturaleza, Hatsumi es la sufridora novia de Nagasawa. Intenta aconsejar a Toru, pero éste se muestra reacio a creer tanto a ella como a Nagasawa por miedo a que la situación de Naoko y Kizuki se vuelva a repetir. (Fuera de la historia del libro, Hatsumi se casará, dos años después de que Nagasawa se vaya a Alemania, y se suicidará, otros dos años más tarde, cortándose las venas).

"Tropa de asalto" — Compañero de habitación de Toru en la residencia de estudiantes que está obsesionado con la limpieza. Se está especializando en cartografía como preparación para trabajar en el Geographical Survey Institute of Japan. Más tarde se muda, dejando la habitación entera para Toru, hasta que este se va también de la residencia.

Itoh — Estudiante de arte que Toru conoce tras abandonar la residencia de estudiantes que compartía con Nagasawa y Tropa de asalto. A ambos les encanta Boris Vian. Tiene novia en su pueblo natal, Nagasaki, pero el malestar que ella siente hacia el camino que Itoh ha elegido hace que él manifieste también cierto malestar en su relación.

Momoko (Momo) Kobayashi — Hermana de Midori.

Señor Kobayashi — Padre viudo de Midori. En un principio Midori dijo que su padre había emigrado a Uruguay, lo que finalmente resulta ser mentira; en realidad, el señor Kobayashi estaba ingresado en un hospital de Tokio por un tumor cerebral. Cuando Midori y Toru lo van a visitar, Toru se queda solo durante un rato cuidando de él. Poco después muere, y sus hijas venden la librería para mudarse a un nuevo barrio.

Don Escuela-Militar-de-Nakano — Apodo que recibe el jefe de la residencia de Toru, un hombre del que se rumorea que era un espía.

Uniforme — Apodo que recibe el asistente de Nakano, conocido por llevar siempre un uniforme de estudiante.

Tokio blues, Norwegian Wood
Haruki Murakami
382 Páginas
Primera Edición, Junio 2005
MAXI TusQuests

El ruido de las cosas al caer


I. Una sola sombra larga

El primero de los hipopótamos, un macho del co-
lor de las perlas negras y tonelada y media de peso, cayó
muerto a mediados del 2009. Había escapado dos años
atrás del antiguo zoológico de Pablo Escobar en el valle
del Magdalena, y en ese tiempo de libertad había destrui-
do cultivos, invadido abrevaderos, atemorizado a los pes-
cadores y llegado a atacar a los sementales de una hacienda
ganadera. Los francotiradores que lo alcanzaron le dispa-
raron un tiro en la cabeza y otro al corazón (con balas de
calibre .375, pues la piel de un hipopótamo es gruesa);
posaron con el cuerpo muerto, la gran mole oscura y ru-
gosa, un meteorito recién caído; y allí, frente a las prime-
ras cámaras y los curiosos, debajo de una ceiba que los
protegía del sol violento, explicaron que el peso del animal
no iba a permitirles transportarlo entero, y de inmediato
comenzaron a descuartizarlo. Yo estaba en mi apartamen-
to de Bogotá, unos doscientos cincuenta kilómetros al sur,
cuando vi la imagen por primera vez, impresa a media
página en una revista importante.

El ruido de las cosas al caer
Juan Gabriel Vásquez
274 Páginas
Primera Edición, 2011
Alfaguara

lunes, 5 de diciembre de 2011

Los reyes malditos VII : De cómo un Rey perdió Francia


PRÓLOGO

En el séptimo y último volumen de la saga de los Reyes Malditos, Maurice Druon revive el reinado de Juan II, al promediar el Siglo XIV. Este monarca ha pasado a la historia como Juan el bueno; sin embrago, en realidad fu un hombre vanidoso y cruel, al tiempo que indeciso e incapaz. Francia pasa por una época de intensas crisis. El país se ve desgarrado por luchas entre clanes y fracciones, Inglaterra pretende dominar todo el territorio francés, la inflación es galopante, los impuestos aplastan a la población, la Iglesia atraviesa una profunda crisis dogmática y moral, la peste asuela el país y el rey acumula error tras error. Los acontecimientos se siguen a través de la óptica de un gran personaje de la época, el cardenal Talleyrand-Périgord, quien además de fiel y agudo testigo, es también un protagonista esencial en todos los sucesos que se narran. La apasionante historia de Los Reyes Malditos culminará con el desastre de la batalla de Poitiers, donde el rey -tras desdeñar una ventajosa paz que se le ofrecía- caerá prisionero de los ingleses.



Los Reyes Malditos VII
De cómo un Rey perdió Francia
Maurice Druon
354 Páginas
Primera Edición, Junio 2003
Vergara

Los reyes malditos VI : La flor de lis y el león


PRÓLOGO

Este volumen comienza con la boda del rey Eduardo III de Inglaterra, a sus dieciséis años, mientras en Francia se decide una regencia y posteriormente una corona para Felipe de Valois, ya que el último de los hijos de Felipe V ha fallecido, dejando la corona dependiendo del sexo del hijo que nazca, que al final resulta ser una niña que no puede heredar la corona. Desde Inglaterra Isabel “la loba de Francia” reclama la corona para sí, pero basados en la ley sálica, no puede obtenerla, por lo que entonces se reclama para Eduardo III, derecho que es denegado ya que hay una mujer entre Felipe V (de quien han descendido los ultimos 3 reyes) y éste. Finalmente, la corona es adjudicada a Felipe de Valois, y Eduardo rinde un tributo sencillo.
Este volumen se trata principalmente de la disputa del Artois. De hecho, uno se pregunta si la desgracia de todas estas generaciones de reyes se debe a la maldicion de Jacques de Molay, a la simple mala suerte, o a las consecuencias de haber adjudicado el Artois a una persona a quien correspondía, para asegurar una cuota más de tierras a la corona de Francia. Roberto de Artois es ahora el hombre más poderoso de Francia, si bien no ostenta la corona, gobierna en lugar de Felipe de Valois como antes lo hizo Carlos de Valois con los hijos de Felipe V, con la unica excepcion de Felipe VI. Asi que ahora que tiene el control de Francia, Roberto acomete nuevamente en su intento de recuperar el Artois, abriendo un nuevo proceso, para el cual, a falta de los documentos que demuestran su legítimo derecho, se decide a falsificarlos.



Los Reyes Malditos VI
La flor de lis y el león
Maurice Druon
354 Páginas
Primera Edición, Junio 2003
Vergara

Los reyes malditos V : La loba de Francia


PROLOGO.
...Y los castigos anunciados, las maldiciones lanzadas desde lo alto de la hoguera por el
Gran Maestre de los Templarios habían continuado extendiéndose por el suelo de Francia. El
destino abatía a los reyes como si fueran piezas de ajedrez.
Tras de caer fulminado Felipe el Hermoso, seguido por su primogénito, Luis X, asesinado
dieciocho meses después, su segundo hijo, Felipe V, parecía que iba a tener un largo reinado; pero,
apenas pasados cinco años, Felipe moría a su vez, antes de cumplir los treinta.
Detengámonos un instante en este reinado, que no parece una tregua de la fatalidad mas que
en comparación con los dramas y desastres que le seguirían después. Parece un reinado pálido al
que hojea el libro distraídamente, sin duda porque en sus paginas no se tiñe las manos de sangre. Y
sin embargo... Veamos como se desarrollan los días de un gran rey, cuando la suerte le es adversa.
Porque Felipe V el Largo, podía contarse entre los grandes reyes. Por la fuerza y por la
astucia, por la justicia y por el crimen, se había apropiado, joven aun, de la corona, puesta a subasta
de las ambiciones. Un conclave encerrado, un palacio real tomado al asalto, una ley sucesoria
inventada, una revuelta baronial desbaratada en una campaña de diez días, un gran señor
encarcelado, un infante real muerto en la cuna -al menos así se creía-, habían jalonado las rápidas
etapas de su carrera hacia el trono.
Cuando la mañana de enero de 1317 salió de la catedral de Reims, entre el tañido de todas
las campanas, el segundo hijo del Rey de Hierro podía creerse triunfante y libre de volver a
emprender la gran política que había admirado en su padre. Su turbulenta familia se había inclinado
por obligación; los barones, dominados, se resignaban a su obediencia; el Parlamento sufría su
ascendiente y la burguesía lo aclamaba, entusiasmada de haber vuelto a encontrar un príncipe
fuerte. Su esposa había lavado las manchas de la torre de Nesle; su descendencia parecía asegurada
por el hijo que le acababa de nacer; finalmente, la consagración lo había revestido de una intangible
majestad. Nada le faltaba a Felipe V para disfrutar de la relativa felicidad de los reyes, ni siquiera la
prudencia de querer la paz y de conocer su precio.

Los Reyes Malditos V
La loba de Francia
Maurice Druon
354 Páginas
Primera Edición, Junio 2003
Vergara

Los reyes malditos IV : La ley de los varones


PRÓLOGO

Durante los tres siglos y cuarto desde la
elección de Hugo Capeto hasta la muerte de Felipe el Her-
moso, solamente once reyes ciñeron la corona de Francia,
y todos ellos dejaron un heredero a quien legarla.
¡Prodigiosa dinastía, ésta de los Capetos! Parecía que
el destino la había marcado con el signo de la perpetua-
ción. De los once reinados, solamente dos habían durado
menos de quince años.
A pesar de la mediocridad de algunos reyes, esta ex-
traordinaria continuidad en el ejercicio del poder había
contribuido a la formación de la unidad nacional.
El vínculo feudal, puramente personal, de vasallo a se-
ñor, de más débil a más fuerte, iba siendo sustituido pro-
gresivamente por este otro vínculo, este otro contrato que
une a los miembros de una amplia comunidad humana so-
metida durante largo tiempo a las mismas vicisitudes y a la
misma ley.
Aunque la idea de nación no se había plasmado toda-
vía, su esencia y su encarnación existían ya en la persona
del rey, fuente permanente de autoridad. Quien pensaba
en «el rey» pensaba también en «Francia».



Los Reyes Malditos IV
La ley de los varones
Maurice Druon
354 Páginas
Primera Edición, Junio 2003
Vergara

Los reyes malditos III : Los venenos de la corona


PRÓLOGO

Felipe el Hermoso había dejado Francia a la cabeza
del mundo occidental. Mediante negociaciones, bodas y
tratados, sin guerras ni conquistas, había expandido con-
siderablemente el territorio al mismo tiempo que se dedi-
caba con empeño a centralizar y reforzar el Estado. Sin
embargo, las instrucciones administrativas, financieras,
militares y políticas de las que quiso dotal al reino, revo-
lucionarias para la época, no estaban suficientemente
arraigadas en las costumbres ni en la historia para perpe-
tuarse sin la intervención personal de un monarca fuerte.
Seis meses después de la muerte del Rey de Hierro, la
mayor parte de sus reformas estaban condenadas a la de-
saparición, y sus esfuerzos al olvido.
Su hijo menor y sucesor, Luis X el Obstinado, intri-
gante, mediocre, incompetente y, desde el primer día de
su reinado, superado por su tarea, había descargado sin
dudarlo las responsabilidades del poder sobre su tío Car-
los de Valois, buen militar pero detestable gobernante,
cuyas turbulentas ambiciones, dirigidas largo tiempo a la
vana búsqueda de un trono, encontraron por fin en qué
emplearse.

Los Reyes Malditos III
Los venenos de la corona
Maurice Druon
300 Páginas
Primera Edición, Marzo 2003
Byblos

Los reyes malditos II : La reina estrangulada


PRÓLOGO

El 29 de noviembre de 1314, dos horas después del
toque de vísperas, veinticuatro correos con la librea de
Francia salían a galope del castillo de Fontainebleau. La
nieve cubría con un manto blanco los caminos del bos-
que; el cielo estaba más oscuro que la tierra. Ya era de
noche. Debido a un eclipse de sol, había sido de noche
durante todo el día.
Los veinticuatro jinetes no descansarían hasta el
amanecer, y quizá seguirían galopando toda la jornada y
los días siguientes, algunos hacia Flandes, otros hacia el
Angoumis y Guyenne, Dole en Comté, Rennes y Nan-
tes, Tolosa, Lyon, Aigues-Mortes, despertando a su paso
a las autoridades, bailíos y senecales, prebostes y capita-
nes, para anunciar en cada ciudad o pueblo del reino que
el rey Felipe IV, el Hermoso, había fallecido.

Los Reyes Malditos II
La reina estrangulada
Maurice Druon
300 Páginas
Primera Edición, Marzo 2003
Byblos

Los reyes malditos I : El rey de hierro


PRÓLOGO

Al comenzar el siglo XIV, Felipe IV, rey de legendaria belleza,
reinaba en Francia como amo absoluto. Había dominado el orgullo
guerrero de los altos barones, sofocado la sublevación flamenca, a
los ingleses en Aquitania e incluso el papado, al que había forzado
a instalarse en Aviñon. Los Parlamentos obedecían sus órdenes y
los concilios respondían a la paga que recibían.

El rey tenía tres hijos, de modo que su descendencia estaba ase-
gurada. Su hija se había casado con el rey de Inglaterra.

Seis de sus vasallos eran reyes y la red de sus alianzas se extendía
hasta Rusia. Ninguna riqueza escapaba de sus manos. Paso a paso,
había gravado los bienes de la Iglesia, expoliado a los judíos y ataca-
do a los banqueros lombardos.

Los reyes malditos I
El rey de hierro
Maurice Druon
300 Páginas
Primera Edición, Marzo 2003
Vergara

miércoles, 5 de octubre de 2011

Cita en el Azul Profundo


I AZUL PACIFICO

Una calurosa noche de enero, tras acomodarse en el
último taburete de la barra del Azul Profundo, Ca-
yetano Brulé ordenó un mojito. Gente de mediana
edad, vestida a la moda, con aire de intelectuales
sesudos, políticos renovados o nuevos ricos,
conversaba animadamente en las mesas del restau-
tante disfrutando los platos de mariscos y pescados
mientras una grabación del insuperable Coleman
Hawkins brindaba la música de fondo.

El barman, un joven de ojos penetrantes y cola de
caballo azabache, examinó divertido la corbata lila co
guanaquitos y la chaqueta brillosa de solapa ancha de
aquel bigotudo de anteojos gruesos e incipiente calvi-
ta, personaje, por cierto, inusual en ese escenario ca-
pitalino, y luego comenzó a combinar el Havana Club
con jugo de limón, azúcar u hojas de yerbabuena.


Cita en el Azul Profundo
Roberto Ampuero
360 Páginas
Primera Edición, 2002
Planeta

viernes, 23 de septiembre de 2011

La amigdalitis de Tarzan


Prehistoria de amor

Diablos... Tener que pensar, ahora, al cabo
de tantos, tantísimos años, que en el fondo fui-
mos mejores por carta. Y que la vida le metió a
nuestra relación más palo que a reo amotinado,
también, claro. Pero algo sumamente valioso y
hermoso sucedió siempre entre nosotros, eso sí.
Y es que si a la realidad se la puede comparar
con un puerto en el que hacen escala paquebotes
de antaño y relucientes cruceros de etiqueta y
traje largo, Fernando María y yo fuimos siempre
pasajeros de primera clase, en cada una de nues-
tras escalas en la realidad del otro. Esto nos unió
desde el primer momento, creo yo. Y también
aquello de no haberle podido hacer daño nunca
a nadie, me imagino.

Hermoso libro. Un historia hilarente y conmovedora.


La amigdalitis de Tarzan
Alfredo Bryce Echenique
332 Páginas
Primera Edición, Junio 2000.
Punto de Lectura

El fabricante de ausencias


UNO
Cita en Púrpura

-¡Señor Igual! - escuchó el hombre desde su dormitorio.
Era pasado el mediodía.
Juan Igual era un individuo cargado de años, pero lejos
de la ancianidad. Su pelo crespo era más incoloro que cano
y la sombra de su nariz larga y delgada alcanzaba su mandí
bula prominente. Sus patillas cubrían el lóbulo de la oreja y
tenía los ojos rasgados y pequeños. Su altura no llamaba la
atención, pero sí sus manos, de dedos cortos y articulaciones
gruesas. Se incorporó con dificultad, doblando el torso sobre
su abdomen y estirando la pierna izquierda. Luego, con sus
manos, colocó el muñón de la derecha en el borde de la
cama, y tomó las muletas y se puso de pie. La bata se desplegó,
ocultando la ausencia de la extremidad. Se dirigió a la puerta
y la abrió. Dos hombres esperaban bajo la llovizna de otoño:
el mensajero de la comunidad y otro, con galones y alamares
en uniforme amarillo y rojo, embarrado hasta las rodillas, cho-
rreando humedad desde su sombrero alón. Lo aguardaba un
percherón ensillado y con sus riendas libres. El mensajero
dio vuelta las manos mostrando sus palmas. Se gesto había
implicado que él no llevaba nada y que ninguna responsabili-
dad le cabía en lo que traía el segundo hombre, que no fuera
el haberlo guiado hasta allí. Y sin más se retiró. Juan invitó a
pasar al recién llegado, el que se despojó del sombrero y
agradeció con la cabeza. Ya dentro, abrió un morral de
cuero, sacó un sobre y se lo alcanzó a Igual.
- De parte de Su Santidad el Papa.

El fabricante de ausencias
Francisco Rivas
402 Páginas
Primera Edición, Septiembre 2009
Planeta

miércoles, 17 de agosto de 2011

Vidas ejemplares


Mi nombre es Karen Bascuñan. Mi signo es Acua-
rio. El 87 puse un aviso en el diario y conocí a
Rita. Arrendamos juntas un departamento en la
remodelación Paicaví. El departamento tenía tres
piezas. La basura pasaba los lunes, miércoles y
viernes. Yo antes vivía con mi papá. Mamá se ha-
bía ido de la casa el mismo año en que yo había re-
gresado de Estados Unidos; supongo que fue algo
simbólico. Mi padre me dijo un día que buscara en
qué ocupar mi vida. En casa pasaba la basura todos
los días de la semana; no sé si me comprenden.
Dejé mi casa y me olvidé de mi papá. Comencé
a trabajar. Vendía productos Avon, ventas por
catálogos. No ganaba mucho, pero era suficiente
para pagar mi parte del arriendo, la luz y el agua.


Vidas ejemplares
Sergio Gómez
206 Páginas
Primera Edición, 1994.
Planeta

Batman en Chile


La subsecretaria de relaciones públicas, señorita Juana
Sommers, recibió esa mañana, desde Pudahuel, y con carácter
de extrema urgencia, el siguiente llamado:
- Ring, ring. ¿Señorita Sommers? Bien, sabemos exactamente
su verdadero nommbre, Wilma. Soy el agente D 7083, del Federal
Bureau of Investigation. Descuide, hablo desde el teléfono del
salón rosa. La mujer puede ser tan inteligente como el hombre...
lo que ocurre parece un chiste de la CIA.
- ¿Un chiste de la CIA? No le entiendo inspector - dijo
ella en un castellano mucho más perfecto, pero sin hacer nin-
gún esfuerzo por concentrarse. Pensaba que su patrón acaso
hubiera regresadom como era su nueva costumbre, por unas
horas, desde las Bahamas y que la estaba observando por la
pantalla con creciente intensidad.

Batman en Chile
Enrique Lihn
168 Páginas
Primera Edición, Agosto 2008. (1973)
Ediciones Bordura

domingo, 31 de julio de 2011

El juego me lo dio y el fuego me lo quitó


El verdadero gurú

¿Se acuerdan del gurú de Pelequén?... Sí, el gueón que en
la década de los 90 vivía con seis mujeres en una amplia casa en
las faldas de los cerros, precisamente en un pequeño poblado de la
precordillera de la sexta región llamado Los Maquis, al interior de
Pelequén.

El verdadero gurú
Grado siete
En ángel malvado
Paloma blanca
De paseo con el diablo
El caballo de metal
El juego me lo dio y el fuego me lo quitó
El estigma
El bar de chinasky
La viuda y las tunas
La máquina del placer
El coco de oro
El último chiste
El cuarteo
El secreto
El circo
El recluta
Día de pesca
La sor-presa del río
Terrorista por una noche


El juego me lo dio y el fuego me lo quitó
Carlos Peña y Lillo H.
130 Páginas
Primera Edición, Abril 2010
Mago Editores

Lanchas en la Bahía


-Cuidado.
-Mucho ojo y no dormirse.
-Hasta mañana

Estaba de pie en la borda de la gasolinera, apoyadas
las manos en la baranda del falucho, y en el instante en
que la ola unía los flancos de las embarcaciones hice una
enérgica flexión, me levanté en el aire y caí de puntillas
sobre la cubierta baja. Desde allí hice un ademán de
saludoa los compañeros.
-Guarda con la fondeada.
-¡Tiro y tiro!

Lanchas en la Bahía
Manuel Rojas
110 Páginas
Primera Edición, 1932
35a Edición, Marzo de 2002
Zig-Zag

La casa pierde


Campeón Ligero

Quizá sea exagerado decir que acabé con la ca-
rrera de Ignacio Barrientos. No fui yo quien lo
golpeó a mansalva bajo las ardientes luces de la
arena; durante años entré en su vida como una
sombra necesaria, el amigo que enfría ciertas si-
tuaciones sin definirlas del todo, incluso cuando
éramos niños y jugábamos a enterrar o descubrir
basuras en las minas, estuve en su invencible pe-
riferia, más el testigo o el espectador que el cóm-
plice, y sin embargo, algo hice para arrinuarlo: lo
tuve a mi alcance en la tarde inmóvil y le dí la
mejor de las noticias. Quizá exagero, pero fue
como si llevara manos de piedra y triturara su
rastro gastado de campeón.


Campeón ligero
La estatua descubierta
Coyote
El anillo de cobalto
El extremo fantasma
La alcoba dormida
La casa pierde
El planeta prohibido
El domingo de Canela
Corrección

La casa pierde
Juan Villoro
284 Páginas
Primera Edición, Enero 1999
Alfaguara

domingo, 3 de julio de 2011

La otra mujer


Fue durante el último invierno de Berlín,ciudad donde yo me
encontraba dictando charlas sobre el impacto de la caída del Muro
en la literatura estadounidense, que llegó a mis manos el aperga-
minado manuscrito de Benjamín Plá. Era un texto de tapas grue-
sas, mecanografiado en páginas finas y amarillentas, corregido
con una letra clara y grande, como de niño, escrita en tinta verde.
Lo recibí durante el cóctel que brindó en mi honor, al término
de mis palabras, el legendario Instituto Ibero-Americano. Afuera
ya había caído la noche, nevaba en forma copiosa y los asistenntes
estaban animados. Entonces, una dama de caballera plateada, ojos
vivaces y edad imprecisa, cargando una bolsa plástica de la librería
Dussmann, se aproximó hasta donde yo platicaba con diplomáti-
cos y académicos, y me dijo en castellano...


La otra mujer
Roberto Ampuero
364 Páginas
Primera Edición, Octubre 2010
La otra orilla

La señorita Kitty


UNO

NO LE TEMAS a la muerte, mi amor. Yo te cuidaré.
Tú no sabes lo que es eso. Ni lo sabrás. Es
sólo un cansancio mayor.
Estaré contigo, cuando ocurra, no como con
los otros, que los abandoné. No quise verlos
morir. Sí, fue cobardía.
Soy una mujer cobarde.

DOS
DESPUÉS DE TANTOS años empezó a distanciarse.
No se me ocurrió inmediatamente que estuvie-
ra enamorada de otro. Nuestra vida juntos ha-
bía sido amable. Y habíamos jurado no mentir.
nos, ser muy civilizados en caso de que uno se
cansara del otro, que si el amor no dura es
porque es lo natural, que el engaño era lo peor
desde cualquier punto de vista. No era cinismo
ni libertinaje, todo lo contrario. El resto de las
mujeres me parecía de plástico, aunque, en
ciertos momentos, claro, uno no es de piedra ni
de corcho, es de carne latiente, hay pensamien-
tos inevitables: ¿cómo será ésta en la cama? ¡Qué
ganas de apretarles las pechugas! No estaría mal
un ajuste de cuentas con esta tonta...

La señorita Kitty
Alejandro Sieveking
170 Páginas
Primera Edición, Setiembre 1994
Planeta Biblioteca del Sur

Cachuín + Porái


- ¡Ya, socio! ¡Al gol!
La embarrada y deforme pelota de calcetines voló,
describiendo una majestuosa parábola, y rompió en so-
noros fragmentos uno de los vidrios de la sala del 2o. Un
sonido ululante (tradicional en el Instituto cuando se rom-
pen vidrios), salió de las gargantas de todos los alumnos
del patio, mientras el inspector se aproximaba con gesto
severo. Sabiendo de antemano a quién debía dirigirse,
afirmó: Fue Ud., La Sierra, ¿no es cierto?

Cachuín + Porái
José Miguel Varas
204 Páginas
Primera Edición, Octubre 2002
LOM Ediciones

Volver a verla y otros cuentos


Volver a verla
Joaquín... ese sería el nombre del protago-
nista. Se llamaría y sería unos de esos pe-
dantes hombres de letras, mucho más interesados
en los experimentos literarios que en las buenas
historias.
Era una especie de autoexorcismo que Ra-
miro se había impuesto. En un mes se cumplirían
dos años desde la publicación de su novela y aún
no había vuelto a escribir una sola página que
valiera la pena. Luego de angustiosas cavilaciones,
había llegado a la conclusión de que el problema
radicaba en la imperdonable manera en que había
comenzado a complicar sus argumentos con el fin
de lograr una obra interesante, como uno de esos
odiosos estudiantesm aspirantes a escritores y pro-
yecto de críticos literarios, que desperdician todos
sus esfuerzos en la búsqueda de una estructura
inédita, en lugar de concentrarse en la trama y en
los personajes. Tal vez todo era producto del éxi-
to que obtuvo su primer trabajo y de la inevitable
parálisis a la que eso lo había conducido. De la
pérdida de perspectiva a la hora de dar el siguien-
te paso, mucho más preocupado por superar el
anterior que por encontrar una historia que lo
apasionara...

Los otros cuentos:

Por eso me reía
La conspiración
La época de desenfreno
La mariposa de Renoir
Neblina, pura neblina
Dejarse querer
Verdeazul
Un día en mitad del sueño
Michael Stipe
Visita
La vida sublime de los mundos
El ascensor
La herencia Klimt


Volver a verla y otros cuentos
246 Páginas
Primera Edición, Diciembre 2000
Alfaguara

lunes, 6 de junio de 2011

Una novelita lumpen


Ahora soy una madre y también una mujer ca-
sada, pero no hace mucho fui una delincuente. Mi
hermano y yo nos habíamos quedado huérfanos.
Eso de alguna manera lo justificaba todo. No tenía-
mos a nadie. Y todo había sucedido de la noche a la
mañana.

Nuestros padres murieron en un accidente au-
tomovilístico durante las primeras vacaciones que
hicieron solos, en una carretera cercana a Nápoles,
creo, o en otra horrible carretera del sur. Nuestro
coche era un Fiat amarillo, de segunda mano, pero
que parecía nuevo. De él sólo quedó un amasijo de
hierros grises. Cuando lo vi, en el desguazadero de
la policía donde había otros coches accidentados, le
pregunté a mi hermano por el color...


Roberto Bolaño sitúa la acción de esta novela en la ciudad de Roma, escenario por el que deambulan personajes extremos entre el desasosiego y la locura. La joven protagonista, Bianca, tras la súbita muerte de sus padres, inicia un descenso a los infiernos. Así, declara: «El futuro no me importaba, se me ocurrían ideas, pero esas ideas, si lo pensaba bien, nunca se proyectaban hacia el futuro.» Y en un test de la revista Donna Moderna, a la pregunta: «Si tuvieras que matar a alguien, si no tuvieras ninguna otra opción, ¿a quién matarías?», contesta: «A cualquiera.» Y: «¿Cuántos hijos te gustaría tener?» Respuesta: «Cero.» Acompañada por su hermano y dos hombres misteriosos, Bianca se adentrará en el universo adulto, en las peores y más intrigantes facetas de la sexualidad y el engaño.

Una novelita lumpen
Roberto Bolaño
154 Páginas
Primera Edición, Septiembre 2009
Anagrama

viernes, 3 de junio de 2011

Muriendo por la dulce patria mía


EN ALGUNA PARTE - soy desmemoriado- Borges escribió que las
sirenas cambian de forma. Para los antiguos, podían manifestar-
se como vírgenes con cuerpo de pájaro, peces que sabían hilar, o
simplemente mujeres que vivían debajo del agua. Deidades, mons-
truos o demonios, su índole variaba tanto como su apariencia.
Borges termino su excursión por el país de las nereidas con un
tono de desencanto, comparando la cualidad evocativa de esas imá-
genes antiguas con la escueta versión moderna: "Sirenas: Supuesto
animal marino, leemos en un diccionario brutal".

Notable libro sobre la vida de un grande.




Muriendo por la dulce patria mía
Roberto Castillo Sandoval
316 Páginas
Primera Edición, Junio 1998
Planeta

lunes, 30 de mayo de 2011

El hombre golondrina


HOY, MUY TEMPRANO, al asomarme a la ventana, descubrí
que frente a mi edificio, más allá de la línea del tren, ya-
cía un cangurú muerto. Ahora está oscureciendo, se aca-
ba este domingo de otoño con olor a levadura, y el ani-
mal continúa en el mismo lugar, de costado, gris como
un barco de guerra. Yace sobre la tierra húmeda que se
extiende entre el césped y la muralla de la fábrica. Yace
solitario, ignorado, y pareciera esperar la caída de la no-
che sobre su piel...

I DEUTSCHLAND
El cangurú de Bernau
Alquiler en Hamburgo
El zapato rojo
Una apacible taberna junto al Rin
Un viaje a Muhlberg
La muchacha del medallón

II ATACAMA
El hombre que volvió un sábado
El tren
El regalo
Atardecer en la pampa
El otro soldado
Las dos estatuas
El hombre golondrina

III MANU MILITARI
La circular
La cárcel
El tirano arquitecto
Recado
Los caminos
La modista
Pedro el Atacameño

IV LA CIUDAD
Las máscaras
El zorro
Costumbres familiares
El abuelo
Asalto frustrado
El adivino de la Piazza Navona
El Club de la calle Poniente

El hombre golondrina
Roberto Ampuero
186 Páginas
Primera Edición, Octubre 1997
Seix Barral

Boleros en La Habana


¿A QUIÉN DIABLOS LE habrá dado por estorbar a esta hora en un
día de lluvia? - se preguntó tras el timbrazo en la estrecha coci-
na de puntal alto, donde leía el diario de la mañana mientras
disfrutaba su acostumbrada tacita de café dulce y cargado.
Sobre el escurridero se apilaban pailas y cacerolas pringosas
y, en el mesón, entre una abollada cafeterita de aluminio y un
paquete de azúcar, esperando desde hacía días por la plancha,
camisas de rayón, un pantalón de poliester, varias calcetas zur-
cidas y dos calzoncillos de pierna larga.
Con el primer Lucky Strike de la jornada pendiendo de una
comisura y los ojos sumergidos en las profundidades de sus
dioptrías, se irguió, extrañado de que lo importunaran tempra-
no en un día tan frío. Redujo el volumen de la radio, por la que
una voz solemne elogiaba los precios que ofrecía un cementerio
para la incineración de afiliados, y se arrimó a la ventana a
espiar entre los visillos...

Boleros en La Habana
Roberto Ampuero
234 Páginas
Primera Edición, Enero 1997
Planeta

miércoles, 18 de mayo de 2011

El Loco Estero


Aquel día, bien que no era fiesta, los dos chicuelos vestían el traje de
los domingos. Sentados a la mesa con estudiada compostura, sin hacer
gran caso de la conversación de las personas grandes, que ocupaban la
testera, sus miradas se dirigían furtivas a las golosinas y a las frutas
distribuidas en cestas y azafates sobre el mantel, con aire de extraordina-
rio gaudeamus. Pero, a pesar de la ansiosa distracción en que aquel es-
pectáculo los mantenía, ni uno ni otro dejaba de sentir sobre ellos, co-
mo se siente el fuego de un rayo de sol sobre el rostro, el reflejo autorita-
rio de los ojos paternos, que los requería a estar atentos a lo que habla-
ban sus mayores.
Más osado que el primogénito, el menor de los chicos extendió con di-
simulo una mano hacia un canastillo de fresas, primicia de la estación,
que, entrelazadas con flores, lo fascinaban con su rosada frescura.
-Javier, no toques las frutillas, hijito -le ordenó, desde la opuesta
extremidad, la voz de la madre, con dulzura.
-Si vuelves a desmandarte, no irás esta tarde a la Cañada -amena-
zó la voz del padre, con severidad.
Javier bajó la frente, fingiendo contricción, pero sus ojuelos pardos
formulaban al mismo tiempo la protesta muda de su altiva voluntad.
-Ya vez que Guillén está quieto -agregó la madre, para suavizar
la aspereza de la conminación paternal.
Con el elogio de su madre, un vivo tinte de carmín coloreó el rostro
del mayor de los niños. El, más bien que su hermano, parecía el delin-
cuente. La mirada de sus grandes ojos azules daba a su fisonomía la se-
riedad casi tímida de los precoces soñadores.
Una voz de los grandes invocó indulgencia para Javier:
-Déjalo, Marica, que tome una frutilla. Hoy es día de regocijo gene-
ral, y es preciso que todos estemos contentos.
-¿No ves mamá, lo que dice tío Miguel? -exclamó triunfante el
niño.
-Cuando lleguemos a los postres -pronunció, con sentencia defini-
tiva, el papá.
El chico no se desconsoló con ese fallo inapelable.

El loco estero
Alberto Blest Gana
240 Páginas
Primera Edición, 1909
Editorial Andrés Bello

domingo, 15 de mayo de 2011

El alemán de atacama


Las Tacas, domingo 5 de abril, 11.17 hrs.

JAMAS HAS SENTIDO miedo, honorable diputado Mariano Patiño.
Jamás.
Hasta este preciso y maldito instante.
Instante en que, con un estremecimiento sobrecogedor, te
enteras a través del diario dominical que el alemán ha muerto.
El alemán, mascullas sin creerlo, el alemán. Un titular y
cinco párrafos a una columna, fechados en San Pedro de
Atacama, anuncian su muerte, de modo lacónico y elocuente:
fue hallado, la tarde del sábado, en su propio dormitorio, con
dos tiros en el cuerpo. Alguien huye con un suculento botín en
efectivo.
La angustia te arranca un resoplido profundo y doloroso,
como si se propusiera despojarte del aliento. Te arrellanas en la
poltrona de tu penthouse en el balneario de Las Tacas y vuel-
ves a leer la noticia con la esperanza de que te hayas equivo-
cado. No. Has leído correctamente. Ahora no sólo sabes que se
trata de Willi Balsen, el alemán del oasis, sino que además
comprendes que a partir de este instante es tu propia vida la
que corre peligro.

El alemán de atacama
Roberto Ampuero
252 Páginas
Primera Edición, Octubre 1996
Planeta

domingo, 24 de abril de 2011

Novelas enanas


Bajo la lluvia

Lo vio la primera vez (es un decir) en un
embotellamiento del tráfico, el clásico de cada tarde
al intentar volver a casa. Américo Vespucio colapsa-
do, la lentitud irritada de los conductores inten-
tando no pensar en nada. Llovía y los cristales se
empañaban con el calor interior. Se movía despacio
por entre las calles inundadas, esquivando charcos,
atochamientos, sin fortuna, sin conseguir encontrar
una salida. Durante un instante pensó que así era su
vida. Lenta y torpe, un ir y venir sin sentido entre
dificultades y tardanzas encerrado en un habitáculo
con todos los implementos menos el horizonte. Lle-
garía a casa, sí, a alguna hora. Había que frenar esa
sensación claustrofóbica, dejar la mente en blanco,
buscar en la radio alguno de esos programas que da-
ban informe del tránsito, canciones de su tiempo.

Bajo la lluvia
Mi padre hablaba boleros
Querido Coyote
(Nuca se publicaron) Las obras completas de Norton Jaramillo
Pequeña novela gótica (NOTABLE!!!)
El maestro de Claudia
Paul & John
Nada es para siempre
El libro negro del cine chileno (para un filme imposible)
Arena en las sábanas
No te quedes muda

Novelas enanas
Marco Antonio de la Parra
212 Páginas
Primera Edición, Agosto 2000
Alfaguara

domingo, 17 de abril de 2011

Mundo del fin del mundo


"Llamadme Ismael..., llamadme Ismael...", re-
petí varias veces mientras esperaba en el aeropuer-
to de Hamburgo y sentía que la una fuerza extraña
otorgaba cada vez mayor peso al delgado cuader-
nillo del pasaje, peso que aumentaba conforme se
acercaba la hora de salida.
Había atravesado el primer control y me pa-
seaba por la sala de embarque aferrado al bolso de
mano. No llevaba demasiadas cosas en él: una
cámara fotográfica, una libreta de apuntes y un
libro de Bruce Chatwin, En la Patagonia. Siempre
he aborrecido a los que hacen rayas o anotaciones
en los libros, pero aquél estaba lleno de subrayados
y signos de exclamación que fueron en aumento
luego de tres lecturas. Y pensaba leerlo por cuarta
vez durante el vuelo hasta Santiago de Chile."

Un adolescente, enardecido por la lectura de Moby Dick, aprovecha las vacaciones de verano para embarcarse, en los confines australes de América, allí donde se termina el mundo, en un ballenero que por primera vez le llevará por esos mares donde todavía navegan legendarios héroes de verdad y de mentira. Muchos años después, el joven chileno, ya convertido en adulto y residente en el otro extremo del planeta, periodista y miembro activo del movimiento Greenpeace, vuelve inesperadamente a los lejanos parajes de su escapada juvenil por una razón muy distinta, pero tal vez igualmente romántica : barcos piratas están depredando la fauna marítima que habita las gélidas e impolutas aguas del mundo del fin del mundo. Hay que seguir las huellas sanguinarias del feroz capitán Tanifuji, encontrar pruebas, denunciarlo, impedir la barbarie y salvar a Sarita, atrapada en una enmarañada red de oscuros intereses internacionales.

Mundo del fin del mundo
Luis Sepúlveda
152 Páginas
Primera Edición, Marzo 1994
TusQuets Editores

jueves, 14 de abril de 2011

El museo de cera


La verdad es que el Marqués de Villa Rica fue un enigma
siempre, antes y después de la crisis, y sigue siéndolo
ahora, después de su desaparición, o de lo que podríamos
llamar, en términos más apropiados, su metamorfosis últi-
ma. Porque el Marqués, con sus títulos, con su mansión,
principesca, con sus fabulosos colecciones y sus coches
de cuatro caballos, e incluso con su prestancia física y su
educación europea, sus erres de entonación ligeramente
exótica, sus bromas llenas de alusiones oscuras, desento-
naba en nuestro pequeño mundo. Por eso, quizás, sólo
fuimos capaces de verlo en su condición de leyenda
viviente. Y de pronto asistimos, estupefactos, a su despla-
zamiento, provocado por el incidente del pianista, y más
tarde a su desintegración, a su transformación en astillas,
en humo, devorado por una mediocridad que necesitaba
restablecer el orden natural de las cosas.

El museo de cera
Jorge Edwards
132 Páginas
Primera Edición, Junio 1992
Editorial Andrés Bello

domingo, 10 de abril de 2011

Monsieur Pain


PARIS, 1938

El miércoles 6 de abril, al atardecer, cuando me
disponía a abandonar mis habitaciones recibí un tele-
grama de mi joven amiga madame Reynaud solicitan-
do mi presencia con carácter urgente para esa misma
tarde en el café Bordeaux, sito en la rue Rivoli, no de-
masiado lejos de mi residencia y a una hora a la que
aún, si me daba prisa, podía acudir con puntualidad.

A un discípulo de Mesmer le encargan que cure el hipo que sufre un sudamericano pobre abandonado en un hospital de París en la primavera de 1938. En apariencia, nada puede pasar. Sin embargo el mesmerista Pierre Pain se verá envuelto en una intriga en donde se planea un asesinato ritual de proporciones planetarias. ¿Quién es el sudamericano que agoniza en el hospital Arago? ¿Por qué unas fuerzas ocultas desean su muerte? ¿Qué se pierde y qué se gana con esa muerte? Sólo Pierre Pain se da cuenta de lo que se teje entre bastidores. Y él no es un héroe sino un hombre común y corriente: solitario, secretamente enamorado de madame Reynaud, delicado, pacífico, descreído, el menos indicado para intentar resolver una historia extraordinaria a mitad de camino entre la casualidad y la causalidad, una aventura a vida o muerte en donde se pondrá en juego el amor, la soledad, la dignidad y el valor del ser humano, el delirio, la irremediable tristeza. Una insólita novela en la que el autor de Los detectives salvajes, premiado con el Rómulo Gallegos, exhibe su no menos insólita altura literaria.

Monsieur Pain
Roberto Bolaño
174 Páginas
Primera Edición, Noviembre 1999
Anagrama

viernes, 8 de abril de 2011

El peso de la noche


El pupitre quedaba junto a la ventana. Francisco
podía observar, sobre los muros del colegio, techos enne-
grecidos, y si levantaba un poco la cabeza, un balcón. La
niebla, por primera vez en ese año, se acumulaba sobre
los techos; en las planchas ferruginosas había una capa de
humedad. Penetraban rachas de frío por las rendijas de la
ventana. Él recordó, entonces, el repique de los tubos de
vidrio, cuando instalaron el aparato para transfusiones
de sangre junto a la cabecera de la señora Cristina, en la
madrugada, y tuvo la sensación de perder las defensas
contra el frío: un súbito temblor le atravesó los huesos de
la columna, de arriba abajo. Se sobó las manos con fuer-
za, pero fue inútil.

De la mano de Francisco, un adolescente que descubre el sexo y
la llamada irrecuperable de la literatura, y que se rebela contra
los valores familiares y las enseñanzas de los jesuitas,
y de Joaquín, su tío, que arrastra el estigma del descarriado
e inadaptado y vive al margen de todos, el narrador nos
introduce en el microcosmos de una poderosa familia,
un retrato vivísimo de la corte de hermanos y sirvientes,
de empleados y amigos, presidida, como una gran matrona,
por la señora Cristina. La historia independiente de
Francisco y Joaquín nos habla de los esfuerzos por
escapar de las rigideces de clase y de los valores que representa,
de los remordimientos y debilidades, las hipocresías y los sentimiento
largamente reprimidos, de la atracción por los bajos fondos y la
importancia de la noche, tal vez la clave que mantiene
«el orden social en Chile»

El peso de la noche
Jorge Edwards
224 Páginas
Primera Edición, Febrero 2001
TusQuets Editores

domingo, 3 de abril de 2011

El hombre más buscado


Huelga decir que no podemos culpar a un boxeador tur-
co, campeón de los pesos pesados, de no advertir,
mientras pasea tranquilamente por una calle de Hamburgo
con su madre del brazo, que le sigue los pasos un muchacho
flaco envuelto en un abrigo negro.
El Gran Melik, como lo llamaban con admiración en su
barrio, era un gigante de hombre, greñudo, desaliñado y cam-
pechano, con una sonrisa espontánea y amplia, el pelo negro
recogido en una coleta y unos andares cimbreantes y desen-
vueltos que, incluso sin su madre, abarcaban media acera. A los
veinte años, era una celebridad en su pequeño mundo, y no solo
por sus proezas en el cuadrilátero: representante juvenil electo
de su club deportivo islámico, finalista tres años consecutivos
en los cien metros mariposa del Campeonato del Norte de Ale-
mania, y por si fuera poco, portero titular de su equipo de fút-
bol de los sábados.

El hombre más buscado
John Le Carré
398 Páginas
Primera Edición, Febrero 2009
Plaza Janés

miércoles, 30 de marzo de 2011

Estrellas muertas


Estábamos en el café Hesperia, a las ocho y media
de la mañana, en el puerto. Hablábamos de cualquier
cosa. Ella fumaba compulsivamente y yo me arrancaba
con los dientes la piel de mis propios labios. Esas manías
eran lo único que nos quedaba en esos días en que los
bosques de Laguna Verde se estaban quemando y el vien-
to que venía del sur lanzaba el humo negro sobre el hori-
zonte de los cerros. Con ese cielo oscuro sobre el puerto,
yo no dejaba de pensar en que esas cenizas que flotaban
en el aire podían ser parecidas a las de los hornos de un
campo de concentración, a la borra de piel humana que
deja una bomba atómica. Nosotros estábamos devasta-
dos. Incluso antes de que ella abriera el diario, estábamos
en las últimas. Nuestro asunto, nuestra vida en común,
llegaba a su fin. Nos metíamos en el Hesperia para hacer
hora y esperar que abrieran las oficinas para realizar los
trámites de la separación que nos correspondieran ese
día. Nada que decir, nada que decirnos: pedíamos jugo
de durazno, capuchinos o simplemente agua y nos
quedábamos en silencio por horas o minuos, mirando
las fotos pegadas en la muralla que capturaban la secuen-
cia de un naufragio mar adentro. A veces, comprábamos
los periódicos y nos repartíamos las páginas mientras
hablábamos nimiedades, esperando matar el tiempo, in-
tentando no vernos reflejados en los espejos gigantes de
la barra del local, que nos devolvían a una versión oscura y
encorvada de nosotros mismos, una versión que quizás
remedaba un mundo inverso donde nosotros, esa pareja,
sumida en monosílabos que apenas cercaban el silencio,
salía luego del local y se metía desesperada a tener sexo
en algún hotel pulgoso de calle Chacabuco...

Estrellas muertas
Álvaro Bisama
192 Páginas
Primera Edición, Junio 2010
Alfaguara

viernes, 25 de marzo de 2011

¿Quién mató a Cristián Kustermann?



EL VISITANTE CERRÓ suavemente la puerta de la pequeña oficina
a sus espaldas.
- ¿Cayetano Brulé? - preguntó.
La pieza olía a café y a cigarro.
Cayetano giró en su asiento: ante él se erguía un hombre
enjuto de ojos celestes deslavados y canas. Vestía un traje de
lino oscuro cruzado y una corbata de seda roja, fijada con un
prendedor de oro.
-Soy yo- respondió el detective desde detrás del escrito-
rio, el paquete de café express aún en la mano, la cafeterita
italiana desarmada a sus espaldas.
La luz de la tarde entraba a través de la ventana y caía
ahora sobre la nuca y los homros de Brulé. Colocó el pa-
quete junto a la Olivetti, se puso de pie, intentó secarse las
manos con el paño húmedo de las tazas, y alargó el brazo
por sobre el escritorio.
-Mucho gusto. ¿Con quién tengo el placer?
-Kustermann, Carlos Kustermann- repuso el visitante
estrechando la mano del detective.


¿Quién mató a Cristián Kustermann?
Roberto Ampuero
238 Páginas
Primera Edición, Noviembre 1993
Planeta Biblioteca del Sur

El viaje del elefante


Por más incongruente que le pueda parecer a quien
no ande al tanto de la importancia de las alcobas,
seas éstas sacramentadas, laicas o irregulares, en el
buen funcionamiento de las administraciones públicas,
el primer paso del extraordinario viaje de un elefante
a austria que nos proponemos narrar fue dado en los
reales aposentos de la corte portuguesa, más o menos
a la hora de irse a la cama. Quede ya registrado que
no es obra de la simple casualidad que hayan sido
aquí utilizadas estas imprecisas palabras, más o menos.
De este modo, quedamos dispensados, con manifiesta
elegancia, de entrar en pormenores de orden físico y
fisiológio algo sórdidos, y casi siempre ridículos, que,
puestos tal que así sobre el papel, ofenderían el catoli-
cismo estricto de don juan, el tercero, rey de portugal
y de los algarbes, y de doña catalina de austria, su espo-
sa y futura abuela de aquel don sebastián que irá a
pelear a alcácer-quivir y allí morirá en el primer envi-
te, o en el segundo, aunque no falta quien afirme que
feneció por enfermedad en la víspera de la batalla.

El viaje del elefante
José Saramago
280 Páginas
Primera Edición, 2008
Alfaguara